Cada
vez que en Cali se afirma que hace falta más espacio verde basándose en
conceptos y estadísticas elaborados para
otros climas, topografías y paisajes, se pasa por alto que si bien hacen falta
pequeños parques de barrio, cercanos a sus vecinos, y andenes arborizados, lo
que sobra en esta ciudad es espacio verde, solo que no lo utilizamos y ni
siquiera lo miramos y casi ni lo vemos.
Las ciudades andinas, como lo es Cali,
están al lado de altas y verdes montañas, y no apenas junto al mar o de anchos
ríos como las europeas o norteamericanas. Casi todas las nuestras tienen su
entorno natural arriba y en frente y no sólo abajo y en el horizonte; y en el
caso de Cali, como si fuera poco, la ciudad cuenta con ambos: valle, río y
montaña, y el mar está al otro lado, sólo que no es fácil ir.
Hoy al lado del río Cauca, esta ciudad
estuvo en su inicio entre sus dos Cerros Tutelares y al costado del Río Cali,
pero ahora ya está abrazada a ellos y recostada a lo largo de la ladera de la alta
Cordillera Occidental, y con otra, la Central, aún más alta, al frente, al otro
lado del valle.
Los cerros, pues, son sus componentes verticales
y no los rascacielos como los de Manhattan en Nueva York, y por ello aquellos
son importantísimos elementos de un paisaje en el que estriban las tradiciones,
orgullo y arraigo de sus hoy escasos viejos habitantes, mas no de los
muchísimos nuevos que sólo ven torres y puentes o añoran a Miami.
No hay muchas ciudades en el mundo con
dos cerros enormes como los de Cali. Los bellísimos y extraordinarios morros de
Río de Janeiro (la ciudad más bella del mundo) o los de Hong Kong son otra cosa.
Como también los cerros extendidos de Santiago, Caracas, Bogotá o Medellín, o
los incomparables volcanes y nevados que rodean y amenazan a Quito, para seguir
hablando de las ciudades andinas.
El de Las Tres Cruces es un cerro
imponente. Sus formas, colores, tonos, texturas y sombras son impactantes. Acompañado
por el más grande de Cristo Rey y por la gran cordillera atrás en la distancia,
conforma un paisaje maravilloso cuando se ven por momentos los Farallones al
final de este planísimo valle viniendo de la otra banda del valle.
Y el problema de las 33 antenas en las
Tres Cruces no está en ellas sino en sus
soportes. Hace años, para los 450 de la ciudad, se propuso algo como la torre
de Collserola que concibió Sir Norman Foster, el famoso arquitecto inglés, para
Barcelona, o la de Montjuïc, únicos soportes de antenas de esa ciudad.
La solución en Cali es por supuesto
algo similar, ya está inventado, y no proponer tonterías, como hace un tiempo,
que a alguien se le ocurrió que las antenas se trasladaran a la loma de basura
de Navarro, donde no son posibles ni técnica ni financieramente. Podrían si,
estar unificadas en un gran mástil en la Torre de Cali, como el ya desaparecido
del World Trade Center en Manhattan.
Pero desde luego lo
realmente grave son las invasiones que trepan por detrás del Cerro de las Tres
Cruces, las canteras que lo excavan por abajo y la vegetación que no dejan
prosperar los incendios de cada verano. Pero, más grave aún, es que no entendemos
el gran potencial ambiental y panorámico de los cerros y la cordillera para el
trazado y las normas urbano arquitectónicas de la ciudad…y para su suministro
de agua dulce.
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