Al contrario de los que creen que hay que sacar a los vendedores callejeros de las calles del Centro a como dé lugar, hay que pensar primero que son el trabajo para muchos y que abastecen a otros tantos, y por lo tanto lo indicado es reubicarlos y legalizarlos. Y no apenas por las razones socio económicas mencionadas sino porque culturalmente recuerdan una vieja tradición de las ciudades coloniales hispanoamericanas: la plaza. Tradición aún presente en el pueblo pero que las élites que hace más de medio siglo abandonaron el centro histórico de la ciudad y se fueron a los nuevos barrios que surgieron han olvidado, o quieren olvidar, y hoy van a los “malls” no a la plaza. “En su espacio vacío las miradas se cruzaban, encontraban y concentraban. Sus usos múltiples y heterogéneos eran abigarrados en los días de fiesta y de mercado cuando se intercambian mercancías e informaciones al confluir todos los ciudadanos en una gran "visita colectiva" como filosóficamente la llama