Cuenta Ana María Álvarez (Medellín y
su foro,
Torre de Babel, Bogotá 30/05/
2014) que los muchos asistentes al reciente WUF7 en
Medellín se pudieron enterar de que no es lo mismo Melbourne que Boston ni
Jartum que Mumbai; es decir, que muchos le dieron
carácter de hallazgo a asuntos muy conocidos:
descubrieron la pólvora, pues. Por ejemplo:
Que Medellín es una ciudad fea, como
se los dijo el arquitecto de Luxemburgo León Krier, quien además les preguntó
si esa modernidad es el paraíso. Más la verdad es que no es tan fea como Cali,
que hace medio siglo fue la “sucursal del cielo” sin ser bella si no apenas
bonita pues su entorno natural era esplendoroso (montes, montañas, ríos y
valle) pero la codicia, que aquí es ciega, logró taparlo.
Que las ciudades de los países en
desarrollo están cometiendo los mismos errores de las ciudades consolidadas del
mundo occidental, y que los modos de aplicar sus soluciones no son replicables,
y sólo es posible dilucidar maneras de hacer, como les dijo el danés Jan Gehl. Mas el
problema es que tampoco están logrando los mismos aciertos; un Metro por el
Corredor Férreo en Cali, por ejemplo.
Que las ciudades diseñadas para el carro
están fracasando porque no se ajustan a la realidad: si se crean más vías, el
tráfico aumenta, como lo dijo Brent Toderian, de Canadá, insistiendo en el cambio
de paradigma. Mas eso ya lo dijo hace años Jane Jacobs (Muerte y vida de las
grandes ciudades, 1961) y lo importante
ahora es saber por qué fue que no pasó nada o, mejor, porque no seguimos los
buenos ejemplos que desde luego hay.
Que por qué caminar si se puede coger el
carro y por qué vivir en un apartamento pequeño si se puede tener una casa
grande, repitiendo lo que muchos piensan. Más por lo visto pocos conocen el artículo de André Gorz (La ideología social del automóvil, 1973) y
su respuesta al respecto: se trata de prestigio social en el
caso de los carros; pero también de calidad de vida, en el de la vivienda,
sobre todo aquí donde no hay casi ciudad.
Que, como lo dijo un alcalde africano,
su ciudad no necesita más carriles para bicicletas o un aumento significativo
en los espacios públicos; lo que necesita son los medios para llevar agua
potable a sus ciudadanos. Mas el agua aquí aun abunda y el problema es evitar
su desperdicio para garantizar su suministro en unos años, mientras que las
bicicletas son escasas y los buenos andenes igual.
Que es claro que falta mucho para que
en Colombia haya ciudadanos educados, capaces de discutir y ser conscientes de
que su ciudad también es su responsabilidad. Verdad de a puño, sin duda. Y en
ese sentido Ana María
Álvarez acierta en reconocer que los antioqueños han entendido que
el cambio es un problema de todos y trabajan por convertir a Medellín en el
mejor vividero de Colombia.
En lo que se equivoca es en eso de estar más del lado de “La arquitectura de la felicidad” (como tituló Alain de Botton su libro de 2006) que de “El urbanismo ecológico” pues sin este no son viables las ciudades; ni en consecuencia volver a
tener la felicidad de una buena arquitectura en ellas. Por eso lo que nos debe ocupar es como lograr que sean
sostenibles y contextuales. Mas esta “pólvora” esta mojada y no prende; se
necesita educación ciudadana y esta requiere tiempo para pasar a ser parte de
la cultura.
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