Para lograr en el Concejo Municipal de Cali una disrupción (ruptura, o interrupción brusca, según el DLE) hay que lograr veintiún candidatos que la representen; tres profesionales de lo urbano (urbanistas, paisajistas y arquitectos), tres representantes de las zonas de la ciudad (centro, norte y sur, incluyendo cada uno su parte del oriente), tres de sus estratos socioeconómicos (medios, bajos y altos), tres de los gremios (profesiones, comerciantes e industriales), tres de la academia (universidades, colegios y escuelas), tres de la cultura (historia, arte y espectáculo), tres de la política (izquierda, centro y derecha), tres lideres urbanos (un columnista, una feminista y un deportista) y otros, claro.
Los profesionales de lo urbano, como lo son los urbanistas, paisajistas, arquitectos y diseñadores industriales, son imprescindibles en el Concejo dada la complejidad y rápido crecimiento de la ciudad actual y la ignorancia sobre esos temas de la gran mayoría de sus habitantes, incluyendo sus políticos. Y los representantes de las diferentes zonas de la ciudad, como lo son el centro, norte y sur, incluyendo cada uno su parte correspondiente del oriente, o esta última dividida en tres, son los testigos de primera mano de la vida cotidiana en sus respectivos territorios, y por lo tanto voceros naturales de sus respectivos habitantes, por lo que pasan a ser igualmente imprescindibles.
Los estratos socioeconómicos, tanto los medios, bajos y altos como sus combinaciones, tienen diferentes intereses en la ciudad y por lo tanto representan diferentes visiones de la misma, las que todos sus habitantes deben conocer y de ahí la necesidad de que formen parte del Concejo. Visión que debe ser contrastada por los representantes de los gremios de profesionales, comerciantes, industriales y empresarios; pero principalmente por los representantes de la academia, como serían los elegidos por los profesores de las universidades pero igualmente los de los colegios e incluso los de las escuelas sobre todo si se piensa que los niños serán ineludiblemente los nuevos habitantes de la ciudad.
Por otra parte, igualmente deben estar representados en el Concejo la cultura, entendida primero que todo por su historia, tan desconocida o malinterpretada entre los habitantes de Cali, como también el arte y el espectáculo. Y por supuesto el deporte, pero no sólo el profesional sino en primer lugar el aficionado, tan necesario en toda ciudad, y al que el relieve y el clima de Cali le ofrecen muchas posibilidades, faltando apenas un amplio lago para poder hacer deportes náuticos, como remo y vela, sin tener que ir hasta el lago de Calima, el que podría estar al medio de un parque metropolitano en la actual Base aérea la que podría permanecer allí en tanto escuela de aviación militar.
Para terminar, la democracia exige que en el Concejo haya representantes de la política, tanto de izquierda, como de centro y derecha, cuya ideología sea conocida y correspondiente a los partidos tradicionales (los que habría que recuperar). Y lo mismo un Concejo disruptivo precisa de reconocidos líderes urbanos como columnistas, feministas y deportistas, y algunos otros, claro, como lo serían actualmente los verdaderos estudiosos del evidente cambio climático que se avecina y frente al cual las autoridades de Cali irresponsablemente muy poco han pensado y la gran mayoría de sus habitantes tampoco, el que implicaría la ruptura o interrupción brusca de la vida urbana en Cali.
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