Lo que está acabando con nuestros huevos de oro (paisajes, climas,
biodiversidad, literatura, artes arquitectura colonial) es nuestra corrupción,
violencia, egoísmo, ignorancia e hipocresía que terminarán matando a nuestra
envidiable gallina de la mano de la arrogancia
revolucionaria y lo malo de las ideologías, como advierte Carlos Alberto
Montaner en Las raíces torcidas de
América Latina, 2018, sino surge un “cisne negro” es decir, algo
inesperado, o que ya asomó pero muchos no lo ven.
Corrupción, es el peor mal
de este país, pues se vive con ella todo el tiempo, a todos los niveles, en
todas las cosas. Cohechos, coimas, sobornos, mermeladas, untos, y si es
necesario pues “plato o plomo” como amenaza el dicho mafioso pues precisamente
ha sido el negocio ilegal del narcotráfico el que ha mantenido una sociedad en
la que lo de que “se acata pero no se cumple” viene desde la colonia como parte
de la cultura colombiana.
Violencia, aparte de
amenazas, venganzas, asesinatos, atracos, robos y demás, está la de los conductores
contra otros conductores y contra los peatones o, por increíble que sea, la de
estos contra otros peatones o incluso contra los mismos carros, para no hablar
de los insultos para todo cuando hijueputa no basta y hay que decir
tetrahijueputa. Es en este país el modo natural de proceder y no contra el
natural modo de proceder como la define el DLE.
Egoísmo, que lleva a
ignorar los derechos de los otros, como cuando se producen ruidos y olores que
los incomodan y por eso llamados ajenos, o se bloquean garajes o se invaden o
alteran andenes y antejardines, o se pintarrajean las fachadas pues “yo” hago
con “mi” casa lo que se “me” da la gana, pasando por alto que en tanto da al
espacio urbano público ya no sólo es privada igual que los antejardines y que
los andenes son públicos y no privados.
Arribismo, que se
manifiesta en la ignorancia de las tradiciones urbanas y arquitectónicas y del
patrimonio cultural mueble e inmueble, en aras a un supuesto modernismo, lo que
ha llevado a su desprecio, lo que es propio de una sociedad tan dependiente
culturalmente, en todos los niveles de la sociedad, de lo norteamericano ahora
y antes de lo europeo no español. Lo “in” es usar palabras en inglés aunque
existan en español.
Hipocresía, pues el fingimiento
de cualidades o sentimientos contrarios
a los que de verdad se tienen o se sienten o experimentan es pan de todos los
días; como llamar “arte urbano” a las “pintadas” en los muros de la ciudad
simplemente porque carecen de letreros de contenido político o social. O hablar
de la paz cuando aún no se ha terminado la guerra o llamar conflicto armado a
la subversión o llamar subversión a la violencia ejercida por el narcotráfico.
Y ese “cisne negro”, como
los llama Nassim Nicholas Taleb en El
Cisne Negro, 2007, es la educación. Aunque sería mejor hablar de
educaciones pues son varias: la cívica; la básica; la técnica; la profesional;
la especializada; y la científica; y todas juntas desde luego forman parte
fundamental de la cultura, con la cívica, en primer lugar; esa que tanta falta
hace en esta ciudad tan poco cívica y con tantos atarbanes en lugar de
ciudadanos educados, los que paradójicamente lo son, y mucho, cuando pasan a lo
personal.
Comentarios
Publicar un comentario