Casi todos los edificios se pueden quemar accidentalmente, como el
de Avianca, que sufrió un gran incendio en 1973 que dejó
muertos y heridos y varios pisos destruidos. Pero
desde luego los que tienen más materiales inflamables, o que a estos no se les
ha dado el tratamiento adecuado, son más preocupantes. Fue el caso de una
bonita guardería en Cali, de estructura de guadua y cubierta de palma,
construida por esa misma época, que se incendió el día antes de su
inauguración, por lo que afortunadamente aún no estaba ocupada por los niños.
Y lo mismo pasó hace un par de años con un restaurante recién
inaugurado en el Callejón de la chuchas, menos mal que sin mayores
consecuencias. Seguramente sus promotores, arquitectos y constructores no sabrían
de la guardería mencionada ni recordaban lo de Avianca pero debería ser
elemental tener en cuenta que una cubierta de hoja de palma en tierra caliente,
sin ninguna protección y en una edificación muy concurrida, es fácilmente
incendiable, sobre todo si se trata de un hecho criminal, como parece que fue
en este caso.
El que en 40 años dos de las muy escasas construcciones con
cubierta de palma en la ciudad se hayan incendiado, es decir un porcentaje muy
alto comparativamente con el resto, debería alertar a las Autoridades. No para
prohibirlas, más faltaba, pues incluso en algunas partes se prefieren las
estructuras de madera para ciertos edificios de uso público, pues en caso de un
incendio se demoran más en colapsar dando más tiempo para su evacuación. Pero
sí para reglamentar sus dispositivos contra fuego, facilidad de evacuación,
localización y uso.
Es claro que este tipo de edificios no deben estar en sectores
centrales de las ciudades, y que no se deben destinar a usos similares a los de
una guardería, y que ojala sean muy abiertos y con suficientes espacio libre a
todo su alrededor, como lo es acertadamente el local del restaurante
mencionado. Y desde luego las cubiertas de paja o palma no deben estar sobre
las cocinas ni fácilmente al alcance de los usuarios, y se las debería
impregnar con químicos retardadores del fuego, aun cuando haya que importarlos
y sean costosos.
Es preocupante que en Cali la prevención de accidentes y desastres
que afectan a los edificios sea tan precaria. Desde los terremotos, incendios,
avalanchas e inundaciones, pasando por los atentados. Si bien se ha avanzado en
la obligación de usar estructuras sismo resistente y de contar con equipos
contra incendio, casi nada se ha hecho en el tema de las salidas de evacuación
de los edificios, las que cuando las hay paradójicamente se cierran por
“seguridad” contra los ladrones, como lo estaban en el edificio de Avianca.
Aquí la gran mayoría de los edificios no cuentan con eficientes
salidas de emergencia, comenzando por el CAM y la Gobernación, que no han
debido ser altos, y la Policía, que no se ha debido mantener allí. Los
arquitectos, que siempre nos hemos ocupado de la entrada a los edificios, vemos
sus salidas de emergencia como otro requisito burocrático, y no es un asunto que
interese en nuestras escuelas de arquitectura. Pero el caso es que todas las
construcciones deben ser seguras y fácilmente evacuables. Son las que matan y
no directamente los incendios y terremotos.
Comentarios
Publicar un comentario