La Cumbre del Pacifico bajo unas carpas en el Club Campestre es la
demostración contundente del error garrafal de haber construido el centro de
eventos en Yumbo y no en el centro de la
Cali metropolitana, cual es el de las antiguas instalaciones de la licorera
junto al Río Cali. Y ni siquiera esta vez fue un buen negocio para los que
pretendieron repetir la operación de valorizar tierras agrícolas con el dinero
de los contribuyentes urbanos, que tanto daño le ha hecho a Cali extendiéndola
innecesariamente en todas las direcciones. Justo ahora que las ciudades buscan
es concentrarse para ser más sostenibles, contextuales, agradables,
significativas y económicas.
Tener
que cerrar la Universidad del Valle, cuya actual sede es producto precisamente
del negocio mencionado, y cerrar también los colegios oficiales mediante la
declaración de un “día cívico” sacado de la manga por el Alcalde, y que a los
socios del club no les permitieran entrar esta semana a su Club, confirma las
bondades de haber realizado el centro de convenciones usando el lote y las
instalaciones de la vieja licorera. Propiedad del Departamento, es decir de
todos, permanece aún sin un uso definitivo, y por su desperdicio y deterioro
deberían responder los que insistieron en Yumbo, pues de nuevo prevalecieron
los intereses privados sobre lo público.
El potencial del sitio de la vieja
licorera, propuesto por el gobierno departamental de entonces para el
centro de eventos, es enorme y hubiera
sido lo indicado como tanto se insistió en su momento. Está cerca al río, al centro
de la ciudad y a su zona hotelera, al terminal de buses y la Estación, porque
algún día volveremos a tener tren, e incluso al Cementerio que, como en todas
partes es también un parque. Además
se relaciona con el Centro Histórico por el par vial del Río Cali y por el río
mismo, amén de su fácil comunicación con el resto de la ciudad, y la región,
por la vía férrea y el par vial de las Calles 25 y 26, que la atraviesan desde
Yumbo a Jamundí.
Incluso, como en Lille,
Francia, donde el arquitecto Rem Koolhaas agregó un gigantesco centro de
convenciones con exposiciones, hoteles, salas de conferencias,
salones de baile, salas multifuncionales, y salas de para reuniones de negocios, localizado encima de
las estaciones del tren rápido (que conecta con Londres, París y Bruselas) y
del metro de la ciudad. Un verdadero mega edificio
plurifuncional, fácil de cuidar sin perturbar la vida cotidiana de la ciudad,
mientras que aquí tuvieron que llenar la
Avenida Colombia de policías uniformados de negro que “paseaban” por el nuevo
tramo de latas oxidadas, llamado ahora bulevar
pese a que en nada lo es.
El
centro de eventos en la vieja licorera hubiera sido el inicio de una renovación
urbana a fondo de este amplio sector (El Hoyo, El Piloto, El Porvenir y
Fátima), actualmente totalmente fragmentado, lo que sería de beneficio
indudable para Cali por estar en el centro geográfico de su futura área
metropolitana. Allí, además de los importantes equipamientos mencionados, están
las viejas bodegas del ferrocarril y el antiguo edificio de Molinos Titán, hoy
abandonados, cuya reutilización también hubiera sido viable. Y por supuesto aún
es posible; la pregunta, entonces, es qué hacer con el actual Centro de Eventos
del Valle del Pacifico y su rimbombante nombre.
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