Lo más probable es que ante todo sean varias arquitecturas
“regionalistas” y no una única arquitectura internacional, ya que su primer
propósito es ser, justamente, para cada lugar. Es decir, buscando su más fácil
auto sostenibilidad, la que dependerá de los muy distintos climas, así como de
diferente relieves, diversas vegetaciones y por lo tanto conservando esos tan
irrepetibles paisajes culturales, que es como los llama acertadamente Peter
Zumthor (Pensar la arquitectura”,
2010, pp. 95 a 110), Premio Pritzker de 2009, y en los que “ha quedado almacenada la historia de nuestra
relación con la tierra”.
Y sus temas más
recurrentes serán la remodelación de construcciones comunes existentes, pues ya
no se tolerará impunemente la obsolescencia casi que programada de ciudades y
edificios, y ya no será un buen negocio demolerlas para construir de nuevo sino
que se renovaran ineludiblemente de acuerdo con su contexto. En tanto que el proyecto de
las nuevas construcciones seguirá su ejemplo en cuanto su sostenibilidad y
contextualidad, incluso en el caso de los edificios públicos que deban presentar
una imagen de carácter monumental.
El emplazamiento de
la mayoría de los casos será casi siempre entre medianeras pero necesariamente
considerando el entorno inmediato. La construcción utilizará de preferencia los
materiales y sistemas tradicionales de cada lugar, y las instalaciones
hidráulicas, sanitarias, eléctricas, de gas, climatización y comunicaciones,
estarán a la vista o serán de muy fácil acceso para su mantenimiento,
restitución o ampliación. Las formas regresan a la simetría parcial, la
regularidad y las variaciones en lugar
de la repetición sin imaginación, a través de novedosos recorridos acodados y
axiales, que hagan la vivencia de los edificios emocionante.
Y serán proyectos de
arquitectos profesionales con muchos más conocimientos técnicos y más ética, y
la mayoría de ellos serán mujeres. Los recientes y rápidos desarrollos de la biología y la
informática, de los que habla Yuval Noah Harari (Homo Deus. Breve historia del
mañana 2016) les
permitirán, mediante el uso de nuevos algoritmos, enfrentar con mayor acierto
un mundo amenazado (aparte de un eventual desastre nuclear) por el evidente
trastorno climático de inicios del siglo XXI, debido en muy buena parte a los
desatinados diseños de los edificios y ciudades actuales.
Será sin duda una arquitectura cada vez más
“autosostenible” buscando la ecoeficiencia en su
construcción al escoger materiales, componentes y elementos que impliquen una
menor huella ecológica. Como también procurando lograr un muy bajo consumo de
energía para su climatización pasiva en su uso posterior, reciclando toda el
agua utilizada y la de las lluvias, y generando una mínima contaminación
ambiental, como también disminuyendo lo más posible el ruido ajeno y demás
molestias a todos los vecinos.
Igual algunas veces
será una arquitectura “verde” cuando el más sencillo uso de la vegetación ayude
a un mejor y más económico comportamiento climático. Mas apenas los edificios
públicos, o para la cultura, el espectáculo o el deporte, serán una
arquitectura “espectáculo”, mas únicamente en tanto conformen verdaderos hitos
necesarios en la ciudad. En conclusión será una arquitectura de verdad “posmoderna” y no apenas
posmodernista en su estética ya pasada de moda
copiada sin una verdadera imaginación
de las revistas.
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