Para escoger responsablemente entre los próximos candidatos al Concejo y a la Alcaldía de Cali, es preciso conocer antes la geografía, cultura e historia de la ciudad; enterarse bien de sus principales problemas actuales, como son su inseguridad, precaria movilidad y falta de civismo; entender las alternativas de salud, educación, trabajo, vivienda y recreación de sus habitantes; y estudiar su urbanismo, arquitectura y paisajismo. Sólo así es posible evitar el caer en las propuestas populistas y las mentiras que las acompañan, y no tener que refugiarse en la polarización dogmática, y poder proceder a convertir más habitantes en ciudadanos que votan conscientemente.
Ante todo hay que entender cómo la geografía y cultura han determinado la historia de Cali; cómo su clima tropical, entre medio y caliente y sin estaciones, muy agradable, ha definido su abundante vegetación, y cómo esta con el relieve de cordillera, montes y amplio valle característicos de Cali, han conformado los bellos paisajes que la rodean; cómo nuestra tradición hispano musulmana no solo es el origen del español que hablamos sino también de muchas costumbres, comidas, bebidas y usos, y de la muy acertada arquitectura colonial; y cómo esta geografía y cultura han determinado la historia de la ciudad: su pasado, presente y ¿futuro?
De los principales problemas actuales de Cali muchos de sus habitantes si están conscientes: de su inseguridad, tanto respecto a la delincuencia como a las inundaciones, aunque no tanto respecto a los temblores; de la falta de control del tránsito, especialmente las motos, y de la insuficiencia del MIO, lo que dificulta movilidad en la ciudad. Pero, respecto a la falta de civismo, principalmente el ruido ajeno y la alteración de andenes y fachadas, poco se entiende que es producido por la ineludible falta de cultura urbana de los recién llegados a la ciudad, que no han tenido tiempo de adquirirla, ni, salvo buenos intentos más no continuados, quien se las enseñe bien.
Además las preocupaciones básicas de los habitantes de Cali, como los de cualquier ciudad, son la salud, educación, trabajo, vivienda y recreación; la salud comienza con un ambiente limpio y sano en tanto aire, agua y eliminación de desechos, además de comida y bebida saludables, y no solo el servicio médico oportuno; la educación debe ser la cívica y la básica, identificando fortalezas e intereses y brindando oportunidades para seguir formándose; el trabajo lo debe haber para todos y ser creativo y no repetitivo; finalmente está la necesidad de una buena vivienda, y de una buena ciudad que brinde comercio suficiente y a mano, y muchas recreaciones diversas.
Pero en Cali casi nadie comprende que una buena vivienda en una ciudad y la recreación primaria en ella, es la suma de su urbanismo, arquitectura y paisajismo, los que hoy por hoy son allí un completo caos. No se entiende que un Plan de Ordenamiento Territorial, POT, tiene que ser al mismo tiempo un Plan Vial y uno de Usos del Suelo, y mucho menos se entiende que éste lo es igualmente de la ocupación del espacio; es decir de su arquitectura y paisajismo. Hay que pensar, recordando Las ciudades invisibles, 1972, de Italo Calvino, que es posible una ciudad en la que ya nadie vive, pero que muchos ciudadanos sin ciudad serían todo un despropósito impensable.
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