Para poder entender el caótico comportamiento de los colombianos y sus tendencias anarquistas, es preciso considerar los aspectos inherentes a su condición de seres humanos, su historia desde la antigüedad, y su corta historia en este territorio desde inicios del siglo XV. Temas ignorados por muchos, lo mismo el que este país cuenta con una bella geografía de climas tropicales no extremos y costas sobre los dos principales mares del mundo, una llanura y una selva muy extensas, tres altas cordilleras y varios valles y sabanas entre ellas, generando regiones distintas que han determinado sus diversas historias, cuyo futuro es preciso vincular entre sí y con un mundo cada vez más globalizado y amenazado por un cambio climático.
A partir de todo lo anterior, las principales preocupaciones de los
próximos gobiernos de Colombia en las siguientes décadas del siglo XXI deberían
ser: lo ambiental, lo cultural, lo social, lo económico, lo político y lo
urbano, y sus diferentes instancias deberían reorganizarse a partir de sus
instituciones actuales (ministerios, departamentos y municipios) reubicándolos,
modificándolos e integrándolos y consolidando sus varias regiones a partir de
su geografía e historia. Y hacerlo con la participación y el control de toda la
sociedad mediante el voto, un derecho que habría que convertir en un deber al
menos por un cierto tiempo. Desde luego todo esto hay que entenderlo como unas
metas que hay que debatir lo más pronto posible.
En lo ambiental tendrían que ocuparse de suprimir los gases de efecto
invernadero; de la recuperación y protección de las selvas y bosques, y de la
biodiversidad y de las fuentes de agua dulce; del reciclaje de los
desperdicios y basuras; y del control de la sobrepoblación y su reubicación.
En lo cultural, se deberían ocupar de la pertinente educación para
todos; de la conservación de las costumbres; de la protección de los sectores
tradicionales y los hitos urbanos de las ciudades; de la preservación de los
panoramas habituales del campo y de los paisajes naturales del país.
En lo social, tendrían que garantizar el fortalecimiento de la sociedad; que esta vigile el cumplimientos de los compromisos adquiridos por parte de cada gobierno; y que todos los habitantes tengan acceso a la educación, la salud, la recreación, los abastecimientos y a viviendas adecuadas;
En lo económico deberían regular tanto a las empresas como a los empleados y trabajadores, y el comercio internacional; establecer las normativas pertinentes; y procurar un único impuesto a la renta para todos los ciudadanos que la tengan, pero que sea progresivo según el monto de esta.
En lo político tendrían que enfocarse a lograr congresos, asambleas y concejos municipales más pequeños; gobiernos más técnicos y menos burocráticos; crear policías municipales suficientes, adecuadamente equipadas y entrenadas, apoyadas por la Policía Nacional cuando sea el caso.
En lo urbano habría que considerar que cerca de las tres cuartas partes de la población del país ya habita en las ciudades, las que siguen creciendo rápidamente y de manera caótica sin verdaderos planes de ordenamiento territorial, POT, no dependientes de la propiedad privada del suelo.
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