Si bien ocasionalmente las teleconferencias son muy útiles, pretender que todas las clases a distancia lo sean es pasar por alto que en estas se pierde la espontaneidad, el lenguaje corporal; y con mayor razón cuando se trata de la enseñanza/aprendizaje de un oficio o de aprender a interpretar un instrumento y, por otro lado, el intercambio social dentro y fuera de clase es irremplazable. En lugar de precipitadamente creer que la educación virtual es un progreso, mejor pensar en cómo se podrían resolver su implementación parcial, comenzando porque muchos estudiantes no disponen de internet o de los equipos para acceder a ella, ni mucho menos de los espacios apropiados en sus casas.
Las conferencias, ya sean a distancia o presenciales, desde luego son necesarias ya que permiten que más estudiantes escuchen a los más reconocidos estudiosos de un tema, pero deben estar intercaladas con debates sobre las mismas en pequeños grupos dirigidos por profesores de planta; y por supuesto son mucho mejores que repetir en clase, y reducido, lo que ha aprendido el profesor respectivo. Lo que sí se debe hacer en casa es estudiar; es decir leer, ya sean libros y revistas o artículos en el computador o en una tableta, indicados por los profesores para cada tema a partir de un texto ex profeso para cada curso, el que se debe actualizar periódicamente o incluso cambiar.
Pero la enseñanza/aprendizaje de un oficio ineludiblemente debe ser presencial y para cada aprendiz luego de una exposición general previa para todo el grupo, y en el caso de la arquitectura, por ejemplo, en los talleres de proyectos, que es mejor llamarlos de ejercicios de proyectación, hacerlo después de una conferencia sobre el tema (sus tradiciones, referencias y referentes) pasando los estudiantes a hacer simulacros de proyectos pero a continuación, en lugar de que los profesores “rayen” sobre los dibujos de los estudiantes, lo pertinente es identificar pronto los problemas más comunes y hablar primero sobre ellos, dejando los casos particulares para tratarlos después.
Finalmente, el espontáneo, muy grato y formador intercambio social en los recreos de escuelas y colegios, o en los encuentros y descansos en las cafeterías en las universidades compartiendo con otros estudiantes y profesores, permite comentar lo enseñado en clase y también lo proveniente de otros lados, y aprender más; y también de otras cosas, lo que es igualmente importante para la vida en sociedad propia de los seres humanos, y de ahí primero educar antes que instruir y que las humanidades eviten que las ciencias se vuelvan arbitrarias, como pensaba don Agustín Nieto Caballero (1889-1975), fundador y rector por muchos años del Gimnasio Moderno en Bogotá .
En conclusión, si seriamente se quiere resolver la implementación de la educación a distancia, ante todo hay que partir de que deberá ser apenas un complemento de la presencial aunque se busque que el tiempo de esta sea menor, y es preciso comenzar por que muchos dispongan de internet y de espacios adecuados en las escuelas, colegios y universidades, como igual en los conjuntos de vivienda y edificios de apartamentos, en donde además servirían para el teletrabajo de sus habitantes. Y desde luego el poder contar con verdaderos maestros, no solo por sus conocimientos sino igualmente por su capacidad de comunicación y su posición en el escalafón de profesores de cada institución.
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