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Vivienda, salud y educación. 03.12.2011


     La (mal) llamada vivienda de interés social debería construirse al tiempo con su respectivo espacio urbano público, transporte y equipamiento, los que necesariamente son un problema público. La gente puede resolver individualmente su vivienda y mejorarla pero le es imposible hacer sola la ciudad que la incluye. Esta es además una obra de arte colectiva pues se trata de que además de segura, sana y funcional sea digna, estimulante y bella. Los particulares lo que precisan es ayuda financiera para su vivienda pero en cambio no pueden hacer calles, plazas, parques ni escuelas, mercados, puestos de salud o centros deportivos (Universidad de los Andes, CPU: La vivienda como factor del desarrollo urbano, 1969). Y por supuesto hay que localizarla en donde más convenga a sus usuarios y a la ciudad como un todo. Por ejemplo, las clases más bajas más cerca al centro. Las ciudades deberían comprar o expropiar la tierra más apta para urbanizar, dotarla de servicios, hacerle espacio urbano público, darle equipamiento urbano y, en el caso de la vivienda más económica, construirla.

     Y por supuesto en el tema de la salud la prioritaria es la salud pública. Esta es ante todo un problema de educación y campañas preventivas, calidad medioambiental, seguridad en el espacio público y equipamientos urbanos. Pero no solo se trata de puestos de salud y hospitales si no también de tenar buenos andenes, alamedas, parques e instalaciones deportivas. Pero desde luego, como la vivienda y la educación, es también un problema ideológico: en Colombia llevamos a su muerte a esas mujeres a las que se les prohíbe abortar para que puedan recibir quimioterapia, y por lo tanto también a sus fetos, y obligamos a las adolescentes a tener hijos no deseados, que no pueden educar ni alimentar bien, pese a que buena parte terminan por eso mismo de delincuentes. Y preferimos seguir acabando con el país con una guerra inútil impuesta por Estados Unidos, los mayores consumidores del mundo, a despenalizar el tráfico de drogas y tratar la drogadicción como un problema de salud pública, como lo vienen haciendo poco a poco y hace años muchos países.

     Pero sin educación ciudadana desde la escuela es inútil mejorar la seguridad, vivienda o salud. Y no se puede mejorar la educación sin una sólida y continuada formación de mejores profesores y un mejor ambiente familiar, sociocultural y escolar, potenciado por un mejor equipamiento escolar y un mejor y más estimulante espacio público. Pero lo prioritario es enseñarles a los ciudadanos a usar debidamente su ciudad y a convivir civilizadamente en ella, incluyendo su comportamiento sexual, lo que incide por supuesto en su bienestar. Que desde la escuela se enseñe lo que antes llamábamos urbanidad, y más cívica para que aprendamos a escoger mejores presidentes, senadores, representantes, alcaldes y concejales, en lugar del contrasentido del voto obligatorio que nos quieren imponer. Pero también urbanismo. La apropiación del espacio público, el desorden del tráfico, el caos visual, la contaminación, el ruido, las basuras, los escombros, la falta de higiene, y el desperdicio irresponsable de energía y agua potable, se deben a una total falta de educación urbana.

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