"Ir en
coche" es cada vez menos cómodo y
más lento pues aumentar (en contra de la norma nacional) la velocidad en
algunas vías poco afecta el promedio, el “pico y placa” extendido lo limitaría más,
y los taxis son incomodos, ruidosos y sus conductores suelen manejar como atarbanes.
Y si el MIO sigue los pasos del TrasMilenio muchos más se pasarán a las motos.
Pero aquí el automóvil particular es un símbolo
social pese
a que muchos, caminando,
en bicicleta o en moto, llegan más rápido que en carro, como debe saberlo el
Alcalde. Mas no faltan los que adoran los puentes
para sus carros, pese a ser “torcidos”, eso sí, pagados por todos. Y una invasiva
propaganda engañosa induce a comprar más carros, tapando que los de una minoría
ocupan las calles de todos.
Además no es posible ir más rápido en calles entrecruzadas e
incompletas, sin continuidad en su recorrido ni en sus carriles, ni semáforos sincronizados que permitan “olas verdes”, y con una señalización y demarcación
inexistente o confusa. Y se insiste en puentes peatonales incómodos para gentes con
problemas de movilidad, que sus
larguísimas pero aun así empinadas rampas no resuelven. Y lo mismo pasa
con la insuficiencia y mal estado de los andenes.
En el sur, repleto de colegios y universidades, el trancón crece.
Hace años se veía venir el problema pero aún muchos compran “vivienda nueva en medio de la
naturaleza” pasando Jamundí, y se permite la construcción de más edificios
idénticos de idénticos apartamentos.
No se entiende que la movilidad no es solo
la de los automóviles particulares y se confunde el transporte colectivo con el
masivo.
Ni que el principal eslabón de la cadena es el peatón apenas sale de su vivienda,
por lo que hay que tenerlo en cuenta en los proyectos viales, para que lo sean
de movilidad.
Como todas las ciudades de su tamaño en el mundo Cali necesita un
metro alimentado por buses extra largos, reemplazando poco a poco los articulados
existentes, que llevan casi los mismos pasajeros y son menos costosos, a gas o
hidrógeno o alcohol, y no con diesel traído desde Bogotá, y que pueden suplir al metro en caso de una
emergencia.
Habría que retomar el corredor férreo, que cruza el área
metropolitana de Yumbo a Jamundí, como eje del desarrollo urbano y vial de la
ciudad, incluyendo la línea principal del metro, que sería el tren de
cercanías, con paradas al cruzar las principales vías arterias.
Protrans ya había planteado un tren ligero y se habían construido
varios puentes de acuerdo con su diseño, pero se cambió hace unos 15 años por
buses articulados que no caben bien por las calles por donde se los metió,
generando barreras urbanas, en lugar de usar el corredor y aprovechar, uniendo
allí la ciudad, para eliminar la que hoy este representa.
Y hacer andenes, ciclo vías y
carriles para motos en las vías arterias, y
bienvenidos los pompeyanos con semáforos “inteligentes” que den paso a los
peatones sin interrumpir la “ola verde” de los vehículos, cuyo acierto quedó
demostrado en los cruces del Paseo Bolívar y Bellas Artes con la Avenida
Tercera Norte.
El problema de la movilidad en la ciudad, que no de la ciudad,
como siguen diciendo, es que los carros se volvieron una necesidad después de haber
sido un lujo (André
Gorz: La ideología social del
automóvil, 1973). Y como dice Yubal Noah Harari “los lujos tienden a convertirse en
necesidades y a generar nuevas obligaciones” (De animales a dioses, 2014, p.106); una espiral descendente diría
el arquitecto Álvaro Thomas.
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