Muchas iglesias y capillas coloniales en el valle del río Cauca tienen sus
campanarios en el mismo paramento de sus fachadas y adosados a sus naves. A la
derecha, como la Torre Mudéjar, c.1772, la de La Merced, 1678, o la que tuvo la
iglesia de San Agustín, 1765, también en Cali, o la de San José del Salado, c.
1770, en Dagua, encomendada por el beato Andrés Guillermo Collazos y Esquivel;
o, a la izquierda, como San Esteban, c.1600, en Caloto o San Francisco, 1745,
en Buga. (La de Panamá Viejo, c.1623, está inusualmente ubicada
junto al ábside).
Son
altas y de planta cuadrada, y están inclinadas hacia adentro, como los
alminares más viejos del África Occidental, que lo están posiblemente por ser
de tapia pisada. Mientras que La Kutubiyya, 1158, de Marrakech y la mezquita de
Hassan en Rabat, c.1150, y en general los alminares almohades, tienen sus
paramentos a plomo.
Vienen
de los alminares almohades, 1156-1198, que presentan un paralelepípedo
principal, una linterna y un remate coronado por un yamur buscando la
verticalidad, y mamposterías toscas revestidas con revoques con pintura rojiza,
grandes paños decorados con vanos dobles, abrazados por un arco ciego, que
iluminan rampas interiores, y en los cuerpos superiores, las hileras de
rombos entrecruzados -la tsebka- son recurrentes en la
ornamentación, igual que en la Torre Mudéjar de Cali.
Esta fórmula, simple y
efectiva, se había adoptado en la Giralda de Sevilla, c.1175, el alminar de la
mezquita aljama, de 16 metros de lado y más de 50 de alto, en donde ahora se
encuentra la enorme catedral, c.1506, y en la torre de Hassan en Rabat,
el alminar de la Kasbah, c.1150, de Marrakech y en muchos otros en Marruecos.
Formas que se repiten en
España, como en el alminar de la antigua mezquita de Cuatrohabitan en
Bollullos de la Mitación, c.1225, hoy una ermita, la torre de la iglesia de San
Marcos, c.1350, en Sevilla, y la torre del castillo de Aracena, c.1250, cerca
de Sevilla (Chueca Goitia, Invariantes castizos de la Arquitectura Española,
1947).
Pero además, algunas
torres en la región están retranqueadas a la manera del escalonamiento de los
faros romanos, patrón inexistente en los alminares del occidente islámico, pero
presente en la mezquita aljama de Qayrawan, del 724.
Por su parte, las
espadañas, del latín spatha,
espada, son gruesos muros que se prolongan verticalmente, sobresaliendo
sobre la fachada de la iglesia o capilla, con uno o más vanos para albergar las
campanas, a las que se llega desde el exterior al contrario de las torres.
Aquí la mayoría están a
la izquierda, como en la capilla de san Antonio de Cali, 1747, o en san Jorge
en Cartago, 1604, rematando la nave, pero la de san Jerónimo, ¿?, si está
finalizando la nave derecha. La de san Pedro Apóstol en Buga, 1781, también
está a la derecha pero de la fachada lateral, la que da a la plaza, y perpendicular
a la principal, conformando una muy “moderna” composición.
En
la capilla del Overo, cerca de Bugalagrande, sólo una pequeña campana
cuelga en la mitad de la antecapilla en el máximo de una austeridad que
lamentablemente se perdió, y ahora a cualquier esperpento se le llama “torre”,
lo que preocupa pues como dice José Ortega y Gasset: “ Los edificios son un
inmenso gesto social. " Y desalienta la ligereza con que se está tratando
ahora la Torre
Mudéjar: no se respetó el protocolo y no se está
empleado la técnica adecuada.
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