Desde su fundación hasta inicios del siglo XX, la colonial traza ortogonal de Cali (su plan vial), que les quedó con manzanas romboidales y no cuadradas, indicaba los usos del suelo a partir de la plaza central, en donde se ubicaba la iglesia y las principales viviendas, y se extendió por la orilla derecha del “rio de la ciudad” (el río Cali), hacia arriba (el Camino Real a Buenaventura) con los barrios de los más ricos (San Antonio y luego El Peñón), hacia abajo con barrios populares (San Nicolás y luego El Obrero) y mucho más tarde, al sur, siguiendo el camino a Popayán (Plan de usos del suelo implícito) formando sus vías principales una “T” (la Av. Colombia y la Cl. 5ª).
Entrado el siglo XX, Cali, ya mucho más poblada, se pasó al otro lado del rio (El Centenario y Granada) y los nuevos usos del suelo fueron los que comenzaron a determinar el trazado vial de la ciudad, y su infortunada consecuencia fue que las vías perdieron su continuidad de extremo a extremo, o quedaron sin conexión clara a los dos lados del rio Cali; como es el caso actualmente muy inconveniente de la Avenida Sexta, hacia el norte hasta Yumbo, que no empata con la Calle Quinta, hacia el sur hasta Jamundí, al respecto del cual nunca se ha propuesto nada concreto, pese a su importancia evidente, o se han ignorado las sugerencias que sí se han hecho al respecto.
El caso es que luego de cuatro largos siglos se pasó rápidamente, en apenas medio siglo, de un muy pertinente trazado en cuadrícula, pese a estar ”torcido”, a uno de sucesivas “eses” independientes que facilitan sus bloqueos espontáneos o provocados, y con la (mal) llamada Autopista Suroriental se pretendió, siguiendo modelos foráneos, ignorar la cordillera y pasar a una ciudad radial la que era una pertinente ciudad lineal entre esta y el río Cauca, ignorando la geografía e interpretando mal la historia urbana local. Como equivocadamente se continúa haciendo con su arquitectura, ignorante del clima tropical en el que será emplazada, y de los bellos paisajes que rodean la ciudad a los que podría mirar.
Y desde finales del siglo XIX hasta ya iniciada la tercera década del XXI, son los nuevos usos del suelo, principalmente los centros comerciales y edificios de oficinas y muchos de apartamentos, o largas hileras de casas unifamiliares, y debido solamente a los problemas de movilidad que de inmediato generan, los que a posteriori determinan los supuestos planes viales de Cali, ninguno de los cuales por lo demás ha tenido continuidad, llevando uno tras otro al actual caos urbano de la ciudad. No se ha comprendido que los planes viales de una ciudad deben ser parte de los planes de usos del suelo y del suelo urbanizable, procurando un acertado Plan de Ordenamiento Territorial, POT.
De ahí la importancia del nuevo eje urbano y regional ya propuesto a lo largo de la actual vía del ferrocarril, que atraviesa la ciudad, prácticamente recta y a nivel, de sur a norte, de Jamundí a Yumbo, que sería cruzado cada cierto número de calles por las principales vías este-oeste que existen, varias de las cuales habría que empatar, privilegiando los que estén más cerca de los posibles centros peatonales de esas ciudades dentro de la ciudad en las que habría que dividir a Cali. Densificando así la ciudad y no extendiéndola más, cuando ni siquiera se ha oficializado su área metropolitana ni se la ha separado con cinturones verdes de Jamundí, y que ya se conurbó malamente con Yumbo.
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