El Jarillón ha evitado las inundaciones, pero como señala el arquitecto Juan Marchant, irresponsablemente se urbanizó en Aguablanca en terrenos blandos que se inundaban, susceptibles de licuación y corrimiento lateral, y sin las normas de sismo-resistencia requeridas. Como están por debajo del nivel medio del río, aparecieron los canales de aguas servidas y gigantescas estaciones de bombeo que funcionan permanentemente. Las 400.000 familias inducidas a vivir allí y las que están llegando, concluye, tendrían mejor calidad de vida en las ciudades intermedias. Como dice él, sistemáticamente las autoridades culpan a supuestas invasiones para tapar que la valorización, al convertir tierras agrícolas en (mal) urbanizadas, fue un gran negocio para sus propietarios, pues la plusvalía no se aplicó. De otro lado, los altísimos