Se habla recurrentemente de cambiarle la “cara” a la ciudad, lo que debe entenderse como cambiar su imagen, que es lo que se ha tratado de hacer al menos siete veces desde su fundación, pero sobre todo a lo largo del siglo XX. Pero no es que se considere que tiene una “cara” fea, pues se cree con fe de carbonero que la tiene bonita y la gente se molesta cuando se piensa y dice que la tiene cada vez más fea, deformada por sus permanentes pero incompletas cirugías plásticas, y que hemos terminado en una especie de Frankenstein urbano. Se suele confundir lo grande con lo bueno, lo estrafalario con lo bello, lo costoso con lo moderno, lo novedoso con lo nuevo y la demolición con el desarrollo. Se confunde al MIO con un sistema de transporte urbano integrado por varios sub sistemas, el principal de ellos masivo