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Mostrando entradas de septiembre, 2011

La base económica. 24.09.2011

         En  el caso de Cali y demás ciudades del valle geográfico del Río Cauca, su base económica es de lejos la industria agropecuaria, la más desarrollada del país, y principalmente la de la caña de azúcar, sobre todo ahora con la producción de alcohol. De manera que se trata sin duda de un asunto prioritariamente departamental y no municipal. Pero por lo mismo habría que establecer áreas metropolitanas, entendidas como ciudad–región, alrededor no solo de Cali sino de Santander de Quilichao, Palmira, Buga y Cartago, considerando no apenas su área urbana sino la localización de los  13 diferentes ingenios que operan en la región, y por supuesto los centros industriales que ya existen en ella, por lo que hay que incluir partes de este muy definido territorio que pertenece (absurdamente) al Departamento del Cauca y al de Risaralda.         Y, en ese mismo sentido, se trata apenas de medio departamento pues el litoral del Pacifico es del todo otra región que debería ser otro depar

Una buena economía. 22.09.2011

      Una buena administración desde luego debe promocionar el desarrollo de la  base económica de su ciudad, de la mano de las organizaciones empresariales pero no a su servicio. Ni demagógicamente con el prurito de que hay que generar empleo a como dé lugar. El que se asienten en la ciudad empresas que generen empleo depende de la ciudad misma en tanto que artefacto. De su facilidad de transporte, de sus servicios públicos y por supuesto de su calidad de vida, tanto como de agilizar los trámites burocráticos sin propiciar abusos  y corrupción que es lo que permitimos ahora. Es el caso lamentable del barrio Granada y lo que se pretendió hacer con San Antonio. Igual que la política, las ciudades propiciaron el desarrollo de la economía, pero ahora vemos como el capitalismo salvaje desbarata nuestras ciudades, y la que más, Cali.                Lamentablemente hacer puentes en donde no existen ríos ha sido la práctica preferida de nuestros alcaldes populares, pero ni siquiera lo hace

La atención de desastres. 10.09.2011

      Tradicionalmente no nos preocupamos mucho por los posibles desastres ocasionados por eventuales inundaciones, terremotos, vendavales o incendios. Es lo característico de nuestra cultura y de nuestro pensamiento poco lógico pues todo pasa o no pasa porque Dios así lo quiere. Por lo demás, en el trópico benigno, como lo es el nuestro, la vida se da fácilmente. Abunda el agua, las frutas se recogen incluso en las vías públicas, no es preciso vestirse mucho y no se necesita calefacción ni aire acondicionado. No nos amenaza el invierno ni los huracanes que en otras partes se dan cada temporada, y los temblores y terremotos solo Dios sabe cuándo ocurrirán, y los de Armenia y Popayán ya son cosa del pasado. Y por supuesto en Cali nadie recuerda los graves daños que ocasionó en la pequeña ciudad de entonces el terremoto de 1925.           Pero si se rompe el jarillón del Río Cauca tendríamos casi media ciudad inundada y más de media sin agua potable. Y con un temblor un poco más fu