En el caso de Cali y demás ciudades del valle
geográfico del Río Cauca, su base económica es de lejos la industria
agropecuaria, la más desarrollada del país, y principalmente la de la caña de
azúcar, sobre todo ahora con la producción de alcohol. De manera que se trata sin
duda de un asunto prioritariamente departamental y no municipal. Pero por lo
mismo habría que establecer áreas metropolitanas, entendidas como
ciudad–región, alrededor no solo de Cali sino de Santander de Quilichao,
Palmira, Buga y Cartago, considerando no apenas su área urbana sino la
localización de los 13 diferentes
ingenios que operan en la región, y por supuesto los centros industriales que
ya existen en ella, por lo que hay que incluir partes de este muy definido territorio
que pertenece (absurdamente) al Departamento del Cauca y al de Risaralda.
Y, en ese mismo sentido, se trata
apenas de medio departamento pues el litoral del Pacifico es del todo otra
región que debería ser otro departamento, con capital en Buenaventura, cuyo
puerto es el único vínculo económico entre las dos regiones, ineludible por lo
demás. Además dicho litoral, con una de la mayores bio diversidades en el
Mundo, presenta otras posibilidades económicas, como la pesca y el turismo
“verde”, hoy descuidadas por la preeminencia de la actividad comercial del
puerto, incluido lamentablemente el narcotráfico, pues al fin y al cabo es
puerto más importante del país. Pero también en Buenaventura, la Bocana,
Ladrilleros y Bahía Málaga está el “mar” de Cali como Santos lo es de Sao
Paulo, La Guaira de Caracas o El Callao de Lima.
Así, los principales municipios del
valle del Río Cauca, con Cali a la cabeza, deberían ocuparse no sólo de mejorar
su base económica sino también de la correcta localización de la industria en
la región para que no perturbe la vida de los ciudadanos, como ocurre ahora con
tanta frecuencia. Y desde luego habría que considerar la alteración del paisaje
y el medio ambiente producida por el monocultivo de la caña de azúcar, tanto como
la facilidad de acceso desde los centros urbanos, a los ingenios y cultivos pues se trata es de mejorar la
calidad de vida de la gente y no solo de generar empleo y del crecimiento
económico por y para sí mismo, lo que nos ha llevado en el mundo a la situación
actual de incertidumbre de la economía.
Y para hacerlo es
imprescindible terminar la malla vial del Departamento, y recuperar el tren de
cercanías, ese que unía nuestro sistema de ciudades hasta mediados del siglo XX,
y que irresponsablemente dejamos acabar ante la presión de los sindicatos y los
camioneros y la miopía y oportunismo de nuestros políticos. De ahí la
importancia de una verdadera autopista y una vía férrea doble, que la unan con
Cali y Buga y con el interior del país a través de la cordillera central. Y de
allí a los Llanos y Venezuela, si es que queremos pensar en grande como lo reclaman
a cada rato, como también es necesaria la prolongación de la doble calzada que
atraviesa el valle del río Cauca de Sur a Norte, convirtiéndola en una
autopista y prolongándola a Manizales y la costa Caribe y Popayán y de ahí a
Ecuador. Y por eso la capital del Valle debería ser nuevamente Buga, en todo el
cruce de estos dos corredores viales.
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