La verdad es la conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente; o la congruencia de lo que se dice con lo que se siente o piensa (dos acepciones que el DRAE da a la palabra verdad). Es lo opuesto a las expresiones o manifestaciones contrarias a lo que se sabe, se cree o se piensa, las que son de oficio cuando se dicen con el fin de servir o agradar a alguien (aclara el diccionario con respecto a la mentira), lo que en Cali es cosa de todos los días y todas las cosas.
Pero no es que todos aquí sean hipócritas, fingiendo cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan. Lo grave es que de verdad muchos se creen felices, por ejemplo. Aunque hay razones para serlo: magníficos climas y bellos paisajes. Pero perdimos nuestras tradiciones en un sancocho cultural debido a lo rápido que creció la ciudad desde hace poco más de medio siglo. Así, en la Cali de hoy cada cual es feliz a su manera…por ejemplo diciendo verdades críticamente, lo que molesta a muchos que prefieren las mentiras acríticas.
Es una verdad incuestionable que la ciudad cuenta con un envidiable clima, si se considera que es uno de los pocos sitios en el mundo que pasa por la denominada zona de confort tres veces al día casi todo el año, pues no hay estaciones, con un promedio de temperatura entre 23º y 25º, y que no llueve tanto como en Buenaventura, que es la ciudad más lluviosa del mundo, ni es tan caliente como Barrancabermeja o La Dorada. Pero además en media hora, sin tener que esperar tres meses al cambio de estación, se puede estar en un clima templado y hasta frío, y más húmedo.
Cambio de clima que genera otro paisaje, el de la cordillera, con sus neblinas que bajan y a veces suben, tan distinto al de la amplia planicie del valle e incluso al del piedemonte que tiene uno al frente y el otro atrás: el paraíso, en una palabra, pues en ellos también es cierta la afirmación de Aurelio Arturo, de que el verde es de todos los colores. Verdad de nuestro paisaje que ahora no saben disfrutar muchos ciudadanos de mentiras, y que ya tampoco son campesinos de verdad.
Haber perdido las tradiciones del campo pero no haber alcanzado aún una cultura verdaderamente urbana, nos impide ser felices de verdad en esta ciudad tan nueva. No apreciamos ni disfrutamos a fondo nuestros climas y paisajes. Hay que ir al cine con abrigo por el aire acondicionado, el que enfría las comidas calientes en los restaurantes. Preferimos apartamentos tontos con vista a una ciudad fea, en lugar de mirar la enorme cordillera que tenemos enfrente, y ni se diga de ver solo el firmamento desde los patios maravillosos de las casas que aún quedan en Cali.
Aquí muchos creen que las bicicletas son solo para hacer deporte y andan en carros que parecen carrozas fúnebres. No caminamos y no hay por donde en nuestras feas y sucias calles, y los que no tienen para un carro prefieren las motos a un Mio que no es suyo. Y mientras las mujeres si supieron usar el clima para destapar su paisaje, los hombres siguen usando ridículas corbatas y colgando feamente sus feos sacos en los asientos. ¿Dónde están nuestras comidas frías? aquí calientan hasta el gazpacho. Y tal parece que sólo nos alegra el desorden y el ruido que, como se sabe, ocultan la verdad.
Comentarios
Publicar un comentario