Como se ha vivido en Cali a lo largo de Mayo de 2021, el control, la normalidad y la calidad de vida están muy relacionados con la movilidad en la ciudad; pero también esta es muy pertinente considerando la generación de gases de efecto invernadero que provocan un cambio climático que ya se ha comenzado a sentir con la mayor frecuencia e intensidad de las manifestaciones del clima. En consecuencia, hay que pensar en recorridos más cortos, y en mejores y menos vulnerables sistemas de transporte público, y menos contaminantes, pero igualmente en ciclovías adecuadas y, finalmente, o mejor dicho, primero que todo, en andenes suficientes, funcionales, cómodos y muy agradables.
Los recorridos
más cortos en espacio y tiempo se podrían lograr conformando ciudades dentro de
la ciudad, que como se recordará se propusieron en Colombia ya a finales de la
segunda mitad del siglo XX (DNP, 1974). Serían sectores de la ciudad alrededor
de centralidades peatonales que permitirían acercar la vivienda al trabajo, el
estudio, las compras semanales, y a la recreación en parques y en zonas verdes
con canchas deportivas; sectores conformados por supermanzanas juntando cuatro
o más con solo tránsito local por vías que ya en su interior giran a un lado, y
separadas unas de otras por los pares viales que las rodean, y que además
cruzarían la ciudad en los dos sentidos.
El transporte público debe ser integrar sus diferentes sistemas, a partir de un nuevo eje urbano y regional, ya propuesto a lo largo del actual corredor férreo, por el cual iría el tren de cercanías y paralelo a este líneas de trolebuses ya sea por una nueva autopista urbana o completando el par vial de las calles 25 y 26 a lo largo del cual iría el actual MIO; y las paradas de los tres sistemas estarían interconectadas y a ellas llegarían los buses alimentadores, nuevos funiculares, los ciclistas y los peatones. Y a este nuevo sistema hay que sumarle los actuales buses que aún operan en la ciudad y ante todo los camperos que llegan a sus zona más inaccesibles a lo largo de todo el piedemonte.
Las ciclovías deben estar exclusivamente en la parte plana de la ciudad, y para llegar a sus centralidades peatonales y al tiempo conectarlas entre ellas, y por supuesto a todas las paradas del tren de cercanías; y deben ser utilizables también por bicicletas y patinetas eléctricas. En las vías más importantes y de doble calzada no deben interferir con el tránsito automotor, y por eso deben ser parte de los andenes y en estos separadas de los peatones por sus filas de árboles y bolardos; y en las vías menores ya pueden estar solo demarcadas en sus calzadas, y en las de un solo sentido a la derecha y de doble sentido en el mismo espacio para una sola bicicleta, saliéndose una cuando se crucen.
Los andenes, que aquí suelen ser tan deficientes o que simplemente no existen, al punto de que obligan a los peatones a caminar por las calzadas generando accidentes y perturbando el tránsito automotor. Se necesitan andenes suficientes en función de la demanda, pero también para estimularla en otros; que sean funcionales, es decir llanos y sin obstáculos y que no sean invadidos por carros o vendedores ni interrumpidos por vados de entrar a garajes y estacionamientos; que sean funcionales es decir que no tengan sardineles muy altos ni pendientes pronunciadas, o que tengan cómodas escalinatas en donde sea necesario; y arborizados para que estén a la sombra y sean agradables.
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