Ya en la tercera década del siglo XXI, los varios problemas más evidentes de una ciudad como Cali son: seguridad, movilidad, comportamiento en el espacio público, ruido ajeno, caos urbano, usos del suelo, infraestructura vial, crecimiento acelerado, medio ambiente, y pobreza. Problemas de los que generalmente se opina sin suficientes y correctos datos, ni a partir de conocimientos y experiencias en el tema urbano y arquitectónico de las ciudades, y su geografía e historia, ni sobre la sociología y antropología de sus diversos habitantes, pasando por alto que entender el presente de las ciudades es de suma importancia para pensar a fondo su futuro y prevenirlas correctamente.
Las soluciones a problemas como los de Cali igualmente parecen evidentes: más y mejor policía, un sistema integrado de transporte público eficiente y suficiente, educación cívica permanente, control total del ruido ajeno, un adecuado Plan de Ordenamiento Territorial, POT, relativo a los usos del suelo y la infraestructura vial (calzadas, ciclovías y andenes) y de servicios públicos (agua, alcantarillado, energía, gas, teléfono y basuras), oficializar el área metropolitana con sus correspondientes cinturones verdes, más parques, zonas verdes y arborización, más energía eólica y solar, y generar mucho trabajo a partir de muchas obras públicas financiadas por valorización.
El problema es que la corrupción, alimentada por la burocracia y la falta de control, y generalizada a todos los niveles en la ciudad, no deja realizar o terminar dichas soluciones o similares, ni, lo peor de todo, ni siquiera pensar bien en ellas, lo que lleva a su permanente improvisación, pasando por alto que, como advierte Ben Wilson en Metrópolis / Una historia de la ciudad, el mayor invento de la humanidad, 2020, en 2050 dos tercios de la humanidad ya vivirán en ciudades y que asistimos a la mayor migración de la historia, culminando un proceso que se ha extendido por miles de años transformado al ser humano a finales del siglo XXI en una especie totalmente urbanizada.
Así, el problema de fondo es solucionar el grave inconveniente de la corrupción generalizada, la que ha extendido y profundizado el narcotráfico desde hace años debido al fracaso de todas las medidas para acabarlo. Se trata del mal uso de su autoridad por parte de los funcionarios, públicos como privados, y de los derechos que se les confían, así como la autoridad oficial relacionada con oportunidades y conexiones para beneficio personal, contrario a la ley y los principios éticos, generando una “cultura” mafiosa de la que muchos forman parte sin darse cuenta, o que sencillamente no pueden evitar, y que permea permanentemente las diversas relaciones de la gente con su ciudad.
Urge, entonces, encontrar nuevos candidatos a la Alcaldía y al Concejo Municipal que no solamente entiendan esas soluciones a problemas como los de Cali a partir de su formación académica, y sus conocimientos y experiencias en el tema de las ciudades y sus habitantes, pero, sobre todo, que sepan cómo evitar la corrupción, la que suele comenzar en las campañas mismas de mano de los que las financian; y dado el caso de que no aparecen dichos candidatos, pues votar en blanco y reiniciar su búsqueda. Propuesta esta que parecería ingenua, y probablemente lo sea, pero que sin duda es de gran utilidad para entender, pensar y prevenir las ciudades, y así evitar su corrupción.
Comentarios
Publicar un comentario