Si bien hundir la Cl. 5 entre la Av. Colombia y la Cr. 10 sería un acierto, ya que permitiría unir más a San Antonio con el Centro de la ciudad, los que juntos constituyen su Centro Histórico, ojalá su diseño no sea un despropósito, como lo sería invertir el sentido de las vías en ese trayecto, lo que llevaría a hacerlo también en la Cr. 10 hasta el par vial de las Cls. 25 y 26, y desde la Terminal de Buses hasta la Cr.8. Es decir, actuaría como el llamado efecto dominó, que se produce cuando un pequeño cambio origina otro similar a continuación, que a su vez causa otro análogo, y así sucesivamente en una reacción en cadena… hasta que el siguiente Alcalde lo cambie.
Despropósitos que se sumarían a esas vías que cuando se cruzan con otra más importante cambian de sentido (lo que hace años se eliminó en casi todas partes del mundo) o esas pequeñas vías de un sentido que de repente se vuelven de dos y luego dejan de serlo, o lo contrario; y por supuesto están los cruces a la izquierda, muchos incómodos cruces en diagonal e entrecruzamientos insuficientes. Y hay que insistir en la pésima semaforización, señalización y demarcación de las vías en Cali, y su pésimo estado; y que cada vez hay más carros y motos (al contrario de lo que sucede en otras partes del mundo) mal conducidos, y las ciclovías son insuficientes y los andenes pésimos.
Fallas que llevan al actual caos vial de la ciudad y este al urbano arquitectónico característico de Cali, ocasionado por su caos administrativo de las últimas décadas, junto con el preocupante desconocimiento del tema urbano y los datos puramente burocráticos, en una ciudad que crece y cambia tan rápido. Que hay que partir de planes generales para concluir en soluciones puntuales, que en este caso es la ausencia de un plan vial metropolitano paralelo a uno de usos del suelo, los que constituyendo un Plan de Ordenamiento Territorial, POT; plan vial que ante todo debe buscar la continuidad de todas las vías arterias de norte a sur y de oeste a este, hoy inexistente en la ciudad.
De ahí reiterar la importancia de los ejes urbano regionales propuestos para Cali, uno a lo largo del actual corredor férreo, y el otro por el par vial a los dos costados del río Cali; y de darle continuidad hacia el norte a la Cl. 5, por lo que es imprescindible solucionar su encuentro con la Av. Colombia y su paso al otro lado del río por un nuevo puente para empatarla con la Cl. 5 N, y seguir a la Av. 2 N y luego con la Av. 4 N, hasta llegar a la Av. 6 N. Dicho nuevo puente implicaría alargar el acceso al paso subterráneo de la Av. Colombia hasta más allá del Hotel Intercontinental, solucionado el cruce de la Cl. 2, profundizándolo un poco más, y elevando algo el (mal llamado) bulevar.
Aunque sin duda es más ingenioso y mucho más barato solucionar el cruce de la Cl. 5 con la Av. Colombia invirtiendo el sentido de las dos calzadas de la Cl. 5 y de las otras vías mencionadas arriba, mediante cruces con semáforos en sus dos extremos, sería generar más confusiones en el imaginario colectivo de los conductores y peatones respecto a dichas vías, lo que a largo plazo no sería nada económico ya que ocasionaría más accidentes y más demoras. Este despropósito probablemente obligaría más adelante a reversar la medida, como ya ocurrió con el par vial de las Cls. 25 y 26 hace unos años, pese a que el acceso a la Terminal de Transporte siga sin ser bien solucionado.
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