El trópico es la región de la Tierra, a los dos lados de la línea del ecuador, comprendida entre los paralelos denominados trópico de Cáncer, al norte (23° 26' 14 N) y trópico de Capricornio, al sur (23° 26' 17" S), región que suma el 40 % de la superficie terrestre, principalmente en América y África. A lo largo del año no hay estaciones pero sí temporadas de lluvia o secas, y la temperatura depende es de la altitud sobre el nivel medio del mar (msnm) y de la distancia al ecuador, por lo que temperatura y humedad poco varían a lo largo del año, dependiendo más de los vientos, lluvias, relieve y vegetación de cada lugar, junto con la presencia cercana de ríos, lagos o del mar cuando los hay.
En respuesta a lo anterior, las ciudades tradicionales en el trópico son diferentes de las localizadas en climas con estaciones, lo que desde mediados del siglo XX pasaron por alto los nuevos arquitectos que vulgarizaron la arquitectura moderna en países como Colombia, especialmente en las de clima caliente o templado, como Cali. Muchos de sus muy nuevos habitantes creyeron que todo se solucionaba con los recientes y ruidosos aparatos de aire acondicionado, los que además adquirieron significado social, y no pocos arribistas terminaron viviendo en acuarios sin poder disfrutar del trópico, al que viajaban a encontrarlo en otras partes a orillas del mar, preferiblemente a Miami en el verano.
Pero con el cambio climático muchas cosas tienen que cambiar en la arquitectura en el trópico, tendientes a disminuir al máximo la generación de gases de efecto invernadero que colaboran a producirlo, principiando por regresar a la climatización pasiva de la arquitectura tradicional en el trópico caliente y templado. Es imperativo retornar a las buenas orientaciones, a las fachadas y muros de cerramiento que sean buenos aislantes térmicos, lo que es básico en las cubiertas que reciben cerca de la mitad de la radiación solar todo el año; y a la protección de las ventanas con tejadillos o gratos balcones, lo mismo que volver a las terrazas y azoteas tan sabrosas al atardecer y por la noche.
En las ciudades hay que generalizar amplios andenes y ciclovías debidamente arborizados, regresar al uso de pórticos a lo largo de las fachadas, hacer más parques de barrio, como el del Peñón en Cali, y zonas verdes; y en esta ciudad que maravilla tener un gran lago, o varios a lo largo del torrentoso río llamado antes el “rio de la ciudad” que la cruza desde la cordillera hasta el río Cauca.
Paradójicamente, cada vez más jóvenes turistas vienen a Cali a disfrutar del trópico, incluyendo la música, los bailes populares, o avistar su gran cantidad de aves en la cercana cordillera, y con seguridad les agradaría que hubieran sabrosos recorridos por el río Cauca, con sancocho incluido.
Así como el trópico determinó muchos aspectos de las ciudades tradicionales en él, los nuevos cambios que se les hagan no solo deben responder al cambio climático, sino igualmente a mejorar la calidad de vida en ellas, para lo cual es imprescindible educar a sus habitantes en esos aspectos. De ahí retomar el estudio de la geografía y la historia del país, con énfasis en dichos aspectos, y la educación cívica, considerando que ya cerca del 75 % de su población habita en sus ciudades, y que las más grandes están sobrepobladas lo que les abre las puertas a las intermedias, hoy con la mejor calidad de vida, y las que menos daños sufrieron con las “modernizaciones” del siglo XX.
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