¿Para que sirve que cada vez haya más gente en el mundo? La mayoría de las cosas malas aumentan y la mayoría de las buenas no por eso mejoran. Entre las primeras están el cambio climático, la destrucción de las selvas y bosques tropicales, la disminución de la biodiversidad, las basuras, los desperdicios contaminantes de ríos y mares, el rápido y descontrolado crecimiento de muchas ciudades, y la destrucción de muchos paisajes naturales. Y por el otro lado, ni las ciencias, las artes, los deportes, los espectáculos, las democracias, la economía, la igualdad social, ni la arquitectura, necesariamente mejoran en la medida en que haya más gente e incluso puede ser todo lo contrario.
Se alude con frecuencia a las cosas malas mencionadas arriba pero casi nunca se las vincula a la sobrepoblación, por lo que toca repetir que esta “se produce cuando una elevada densidad de población provoca un empeoramiento del entorno, una disminución en la calidad de vida o situaciones de hambre y conflictos (Wikipedia), y menos aún se precisa que afecta principalmente a las ciudades, muchas de las cuales ahora crecen mucho y muy rápido, y en las que ya habita más de la mitad de los casi ocho mil millones de seres humanos, los que hace cerca de solo un par de siglos apenas sumaban uno, después de milenios, han ocupado la casi totalidad de la superficie habitable de la Tierra.
Es claro que sobrepoblación, amenazas globales, ciudades, mala calidad de vida y política, están fuertemente vinculados, pero a los demagogos que abundan el que haya más gente que les crean sus cantos de sirena es lo que les conviene, y justamente por eso los políticos serios deberían, además de lo administrativo, económico y social, involucrarse más con lo urbano en relación con la sobrepoblación, y con lo cultural ya que es en las ciudades en donde más educación cívica y medioambiental se precisa: educar antes que instruir, como pensaba don Agustín Nieto Caballero, fundador del Gimnasio Moderno en Bogotá, y seguidor de Maria Montessori y de Ovide Decroly.
Hay que pensar en que Tokio, la ciudad más poblada del mundo, con más de 40 millones de habitantes, tiene, en poco más de dos mil kilómetros cuadrados, casi la misma población de Colombia, que dispone de algo más de mil millones de K2; pero también en que Lagos, con la mitad de la población de Tokio, tiene un bajísimo nivel de vida comparada con Tokio, lo que evidencia la importancia de la economía, pero igualmente la de la cultura, y en esta la de la educción, y en esta la de la educación cívica, es decir, cómo comportarse en los espacios urbanos publico y entender que lo que se haga en estos afecta a las construcciones que los conforman y desde luego a sus habitantes.
En conclusión, la correlación entre sobrepoblación y calidad de vida varia mucho en cada caso, ya sea urbano o rural, dependiendo de diferentes factores políticos, económicos, sociales y culturales, pero no por eso la sobrepoblación deja de afectar cada vez más el planeta como un todo, y no se entiende que la reproducción sin limites ya no garantiza la sobrevivencia de la especie, si no todo lo contrario, ya que desde inicios del siglo XIX la mortalidad infantil casi desapareció y la expectativa de vida casi se duplicó. Qué se está esperando para entender que el futuro que se les está dejando a las siguientes generaciones en el planeta está directamente vinculado con la sobrepoblación actual.
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