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Ciudad y clima. 23.04.2022

 La belleza, la calidad de vida y la sostenibilidad de una ciudad están en buena parte determinadas por su clima y no siempre al mismo tiempo, tal como sucede con el paso de las estaciones en ella o, en el trópico, con el de las temporadas secas o de lluvias, cambiando su percepción; o su consumo de agua y energía. La nieve puede hacer mucho más bella a una ciudad pero el frio hacerla menos confortable y que se precise de calefacción; y el calor puede dificultar el apreciar la belleza de otra, y en otra muy fea bienvenida la grata sombra de sus muchos árboles, que además tapan en buena parte su fealdad, y no tener que recurrir al aire acondicionado en todas partes.

La perfección de las formas complace la vista o el oído y, por extensión, al espíritu, y este, al estar aire libre, es afectado por un clima determinado por las condiciones atmosféricas que caracterizan una región; por eso el clima contribuye tanto a la belleza de una ciudad, la que ante todo se manifiesta en la pertinente correlación de su arquitectura con su clima, lo que se dificulta al cambiar las estaciones. El clima hace más hermosos a los bellos edificios pero igual puede impedir apreciarlos quedando sólo refugiarse en sus interiores…los que a veces resultan aún más bellos; pero el problema es que la ciudad está principalmente conformada por sus exteriores, a los que el clima transforma.

Por otra parte, la calidad de vida en una ciudad y el clima están directamente relacionados, y bastaría con recordar que la arquitectura nace buscando el protegerse del clima, y que toda ciudad a lo largo de su historia está conformada por sus diversas arquitecturas, las que responden, o no, tanto a sus climas cambiantes estacionales como a los más permanentes en el trópico. Fue lo que paso por alto la vulgarización de la arquitectura moderna en países como Colombia, en los que la palabra trópico es banalizada mediante un trópico, precisamente, es decir, el empleo de una palabra con sentido distinto al que le corresponde; en este caso trópico más en tanto historia chabacana que como geografía.

Finalmente, la sostenibilidad de una ciudad sí que depende del clima y estas son las mayores responsables del cambio climático por sus basuras no biodegradables, el desperdicio de agua potable y de energía a base de combustibles de origen fósil que generan los gases de efecto invernadero que llevan al cambio climático. Clima y ciudad pasan a ser definitivos no solo para el presente de la vida en ellas, obligatoria ya para más de la mitad de la humanidad, sino para su muy cercano futuro, en el que muchas cosas deberán cambiar en las ciudades, como la movilidad en ellas y las viviendas mismas, necesitadas de más andenes amplios y  arborizados, parques y grandes zonas verdes.

De todo esto ya se ha escrito en esta columna pero toca repetir que en Cali se presentan temperaturas templadas y parejas a lo largo del año -sin estaciones- y que se pasa por la “zona de confort”, la que representa más bienestar y comodidad material, tres veces al día casi todos los días, lo que más reconocen sus visitantes. Fácilmente se podría contar con mucho más iluminación natural, y tener de nuevo una climatización pasiva y,  en los casos en que el aire acondicionado sea ineludible, reducirlo al máximo; pero hay que resolver problemas como los aguaceros venteados, el polvo y especialmente el ruido, que durante el siglo XX vino con el rápido crecimiento de la ciudad.

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