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Recapacitar la arquitectura 30.10.2021

Una interesante conferencia del arquitecto Claudio Conenna confirma de nuevo tres básicas consideraciones al respecto (Desafíos contemporáneos del proyecto en la construcción de la ciudad, <https://youtu.be/VtntLCTX_og>), las que llevan a desarrollar una conclusión planteada en Colombia ya desde inicios de la segunda mitad del siglo XX por el historiador, crítico y restaurador Germán Téllez, el reconocido arquitecto y profesor Willy Drews, ex alumnos y profesores de la Universidad de los Andes, junto su pertinente ilustración con la obra de Rogelio Salmona, también profesor de la misma, y reiterada inútilmente por quien escribe, afortunado discípulo de los tres en la década de 1960.

A diferencia de las obras creadas por otras artes visuales como el dibujo, la pintura o la escultura, la arquitectura se construye con un fin utilitario y no apenas artístico, e ineludiblemente ocupa un sitio en un paisaje natural, rural o (cada vez más) urbano, el que transforma en un lugar en el que permanece hasta que si es el caso sea demolida del todo e incluso a veces queda presente su memoria, como es el caso de las Torres Gemelas en Nueva York cuya imagen no ha logrado sustituir el edificio que /no) las sustituyó. Proyectar un edificio en una ciudad es completar su imagen urbano arquitectónica especialmente si está entre medianeras en una calle, una plaza o un parque.

Cuando la arquitectura se debe a un paisaje urbano debe complementarlo y no ignorarlo y mucho menos alterarlo siguiendo un capricho; lo que infortunadamente tanto ha permitido el gran desarrollo de los materiales y de las técnicas de construcción en el siglo XX, las que han permitido precisamente la arquitectura espectáculo, afortunadamente ya pasada de moda o, peor aún, sus imitaciones. Abuso tecnológico que puede llevar a que el edificio se desmantele poco a poco, como pasó con la Biblioteca España en Medellín, o simplemente se derrumbe como el edificio Space en esa ciudad o el de Miami, o que sea un todo un oprobio como El Acuarela en Cartagena de Indias.

Solo los edificios especiales o públicos pero suficientemente separados de los que los rodean, admiten ser diferentes, e incluso llegar a serlo mucho como es el caso emblemático de la Torre Eiffel en Paris. No obstante pueden conseguir ser molestos para sus vecinos al ocultar las vistas o brisas y producir sombras inconvenientes o muy molestos reflejos, o incidir negativamente en los usos del suelo en los barrios vecinos. Pero que buen ejemplo que sí son las Torres del Parque en Bogotá de Rogelio Salmona, que aun cuando lo son, y mucho, en otros aspectos no se ven diferentes; o el Centro Cultural Gabriel García Márquez en dicha ciudad, discretamente sumado a su entorno inmediato.

Lo anterior lleva de nuevo a la conclusión de que es indispensable repensar a fondo los programas de arquitectura en el país, los que es urgente diversificar aún más en sus principales temas (historia, crítica, urbanismo, paisajismo, diseño vial, arquitectura de interiores, diseño de muebles fijos y comunes, construcción, diseño estructural y otros) y dejar la arquitectura misma para un posgrado que incluya la práctica junto a arquitectos reconocidos. Y en todos los casos, como ya se viene haciendo en algunas universidades, hacer énfasis en lo sostenible, de frente al cambio climático, y en lo contextual para respetar y si es posible mejorar lo ya existente en las ciudades y no alterarlo mal. 

NR : Al oído del próximo gobierno  


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