La
calidad de vida en este tradicional barrio de Cali (y en toda la ciudad)
está amenazada cada vez más ante la falta de interés de las Autoridades
Municipales por entender sus problemas reales (o su falta de preparación
para hacerlo correctamente) y su displicente falta de compromiso con las
soluciones acordadas en años anteriores. Creen que basta con realizar
llamativos actos de mostrar, como el de “Camina San Antonio”, que solo
benefician a sus visitantes esa fecha (no a sus residentes), cuando en el
día a día a todos los que caminan y viven el barrio les cuesta cada vez
más poder hacerlo con seguridad y placer: el ruido, los carros, los
colorinches y la total falta de control lo dificultan.
El ruido por las noches, ocasionado por la música a todo volumen
en algunos restaurantes y bailaderos, o por vecinos irrespetuosos con
sus fiestas escandalosas, atenta contra la buena vida en el barrio,
sobre todo considerando que las frescas brisas que lo barren al
atardecer invitan a mantener abiertas las ventanas para que puedan cruzar
en silencio por habitaciones, patios y solares en lugar de
ruidosos aparatos de aire acondicionado. Durante el día el ruido de los
carros y las motos igualmente molesta, pero el peor es el de los
vendedores ambulantes con sus megáfonos aturdidores. Ruidos que no sólo
afectan el placer de vivir en San Antonio sino también la salud mental de
sus habitantes.
Los carros se
trepan a los andenes lo que, junto con su precariedad en cuanto ancho, más
los huecos, escalones y tropezaderos, obligan a los peatones a caminar por
las calzadas pues paradójicamente es más seguro. Además los vehículos usan
indiferentemente muchas de las estrechas calles del barrio para pasar de
un extremo a otro pues las Autoridades han ignorado los pedidos
urgiéndolos a realizar un plan vial y a ampliar los andenes y se limitan
demarcarlos en el suelo, lo que al menos sería un buen inicio, pero en
lugar de utilizar la señalización vial vigente en el país quisieron
hacerlo con colores (modas
exógenas) como si estos no sobraran en San Antonio, y pretenden poner
materas para que no estacionen carros, ocupando el espacio dizque para las
sillas de ruedas.
Los
recientes colores de las fachadas de algunas casas de San
Antonio lamentablemente indican la falta de acople de sus propietarios con
la tradición blanca del barrio, y su falta de sensibilidad a la
belleza de unas cuantas esquinas y casas que la conservan, y que son
parte fundamental del atractivo del barrio para residentes y visitantes.
No entienden que sólo destacar discretamente el vano de entrada a
una casa es más eficiente para indicar un comercio o para aludir a
la individualidad de su propietario, que pintarla toda de
colores chillones que sólo muestran su mal gusto, y que entre gustos sí
hay disgustos pues se deben básicamente a la educación, sensibilidad
y ética.
La carencia de control en San Antonio por parte de las
Autoridades Municipales es a todo nivel, comenzando por la seguridad, el
ruido, el tránsito y el estacionamiento de carros, o en el cumplimiento de
las normas urbano arquitectónicas vigentes en tanto modificaciones,
sobre alturas, color de las fachadas y, especialmente, los usos del
suelo, los que son violados por muchos de los comercios existentes en
el barrio, los que no benefician a sus residentes y por lo contrario llegando
al extremo de poder generar situaciones que van desde la corrupción hasta
actos de violencia ante la cómoda y sistemática falta de intervención
seria de las Autoridades Municipales en el barrio.
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