Los habitantes del
barrio San Pascual dicen que en el proyecto de renovación urbana no cuenta con
programas de información, participación y seguimiento, y alegan que no existen
estrategias de socialización, ni acciones formativas e informativas que faciliten
la comunicación y concertación permanente con propietarios y comerciantes (Documento
de defensa, comunidad de San Pascual, 04/12/2017. No existe confianza para con
la empresa gestora, EMRU, que la participación es mínima, el trabajo con los
líderes no existe, ni voluntad de negociación, no hay propuesta habitacional
para la población que vive en arriendo, ni estrategia para posicionar los negocios
en otro sector de la ciudad.
Se
quejan del desconocimiento del marco legal que rige los beneficios y la
socialización del proceso, y de la baja participación de la comunidad en su
socialización, lo que ha llevado a su desconfianza en el proceso, y su inconformidad
por la ausencia de resultados visibles, como la sede de la Fiscalía, y la estación del MIO en El
Calvario anunciados hace años, lo que constituye un hecho negativo no sólo para
el barrio sino para la ciudad. Y señalan la falta de información objetiva por
parte de los medios de comunicación, y la escasa coordinación
interinstitucional del municipio. Mientras tanto el resto de los caleños creen
equivocadamente que el asunto no es con ellos.
Al
parecer la empresa gestora no responde por el derecho a condiciones de vida dignas
de los habitantes del barrio, los que consideran que no se les proporciona una
remuneración adecuada, ni un plan de gestión social con el fin de llegar a
acuerdos bajo los principios de equidad y transparencia, y no brindan
oportunidades para obtener otros bienes con características similares a los del
barrio, ni la compensación debida los arrendatarios. Y que además olvidando que
son familias que por generaciones y con esfuerzo han construido su hogar. Lo
que claramente demuestra que no se ha realizado primero que todo un proceso
participativo e incluyente para adquirir el suelo antes y no comprometer el
proyecto.
El
hecho es que la Ley demanda la participación democrática y actividades que
conformen la acción urbanística, y que las administraciones fomenten la
concertación entre los intereses sociales, económicos y urbanísticos, mediante
la participación de los pobladores y sus organizaciones. Precepto que se
incumple pues solo se ha establecido contacto con la comunidad para imponer
metodologías para definir la forma en la cual se retirarán de sus inmuebles,
pues de lo contrario se verán inmersos en procesos de expropiación, violando las
condiciones dignas de vida ante la zozobra de verse en la incertidumbre del
despojo, y sin el dinero para construir un nuevo futuro.
Como
se puede ver, el plan de renovación urbana del barrio San Pascual puede ser
otro fracaso, pese a que su comunidad ha querido ser partícipe del proceso y no
se ha opuesto al progreso de la ciudad, mas exige respecto por su propiedad, su
tejido social y sus familias, pero al parecer la empresa gestora no la escucha.
En conclusión, los planes de renovación urbana deben contar con los habitantes
del sitio y también sus vecinos, para no terminar en un fracaso. Y menos aún
caer además en manos de intereses populistas o electorales como pasó con el
Plan de Renovación del Hoyo-Piloto, hace ya muchos años, el que sin duda habría
sido muy beneficiosos para el Centro de Cali y la ciudad toda.
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