Del latín mensa, es el mueble básico de todos los
edificios, surgido de la ancestral necesidad del ser humano de sostener objetos
a una altura cómoda para su uso con las manos. Presumiblemente su origen se
remonta a la época de las cavernas y las cabañas primitivas en el bosque y es
uno de los muebles que más diversificación ha tenido a lo largo de la historia,
debido a los crecientes y diferentes requisitos aparecidos con el desarrollo
humano. La primera es el suelo mismo o una piedra y por eso es tan desagradable
una mesa lunanca, es decir que, como un caballo, tiene una pata más alta…o más
corta.
Están
desde la del altar de los templos, denominada “ara” y que puede contener
reliquias, hasta las muchas de una vivienda, un local comercial, oficina,
casino o billar, una manufactura o industria, y son los pupitres de las
escuelas. En ellas se sientan las personas para gobernar, como los caballeros
de la mesa redonda o los ministros de un estado, o para discutir un acuerdo y
cuando no se está de acuerdo uno “se levanta de la mesa”, y está la “mesa de
trabajo”. A la mesa se invitan los amigos sabiendo que “quien viene a mesa
puesta no sabe lo que cuesta” y allí saltan a la vista las buenas costumbres.
En
la antigüedad los egipcios estilaban mesas rectangulares con cuatro patas, o
con un solo soporte y de forma circular, mientras griegos y romanos usaron
tableros circulares o en elipse con una, dos o tres patas, las cuales eran
estilizadas y con grabados de animales o seres místicos. En el medioevo están
siempre cubiertas con manteles. En el Renacimiento se retoman los elementos
griegos, en el barroco se estilizan las patas curveándolas y el tablero se
presenta en distintas formas. En la modernidad se despojan de todo ornamento y
sus tableros son regulares. Y en la posmodernidad suelen ser fácilmente
desarmables.
En
la vivienda, donde aún tienen a veces reunida a la familia, se come en una mesa
(los romanos lo hacían recostados en un “triclinio”) comidas preparadas en el
mesón de la cocina, que es una mesa alta y fija, y que puede tener una barra,
si es abierta, la que es otra mesa más alta y angosta, a la que se arriman
butacas que son pequeñas mesitas con largas patas. Después se conversa y toma
el café en una mesa baja y de centro en la sala, y por la noche las mesas
de noche acompañan las camas, que son mesas bajas en realidad, como
igualmente las bancas, más angostas.
Y
hay mesas auxiliares para diferentes usos. De diversos tamaños y alturas, todas
están compuestas por un tablero y patas, que suelen ser casi siempre cuatro o
que terminan en el piso al menos en tres o una clavada en él. También pueden
estar empotradas en un muro y hasta colgadas del cielorraso. Su forma es casi
siempre rectangular pero igualmente las hay redondas y hasta triangulares
y no faltan las formas caprichosas. En general su cubierta es horizontal, lisa
y fija pero en algunas está inclinada, como en los atriles, o se puede mover
desde casi vertical hasta la horizontal como en los viejos tableros de dibujo.
Tradicionalmente
son de madera o de vidrio y pueden tener patas metálicas o serlo todas, como
también de plásticos diversos o su combinación. Las hay desmontables o
extensibles, o acompañadas de diversos tipos de cajones. Y se pueden juntar
para conformar mesas más grandes, o lograr largas hileras, o acodarlas para
formar una “U”. Su punto clave es la unión de las patas con la cubierta, lo que
presenta problemas muy parecidos a los de las columnas de un edificio con sus
losas, por lo que el diseño de unas y otros comporta soluciones similares para
lograr suficiente rigidez en dicha unión.
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