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Mentiras de verdad. 22.07.2017

       Decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa, de forma que se oculte la realidad en forma parcial o total, es la verdad de muchos políticos en este país. Pero si sabemos que se está mintiendo consistentemente sería, paradójicamente, una manera de conocer la verdad. Mas no siempre es tan claro; por ejemplo cuando Maduro le pide a Santos dedicarse a gobernar y dice que "Colombia necesita un Chávez" (El País, 29/05/2017) para unos son dos verdades, para muchos una verdad y una mentira y para otros dos mentiras, pero no una mentira y una verdad.

        Inducir a error, tergiversando los indicios, las esperanzas, los costos o lo que sea, es otra manera de mentir. Por ejemplo, todos los proyectos de obras públicas. Para no hablar de la carretera a Buenaventura o Ciudad Paraíso en Cali, todo lo que han dicho sobre el Jarillón del río Cauca permite concluir que no es viable económicamente y que no se terminará en el 2019 ni menos al 100% como lo dijo el Presidente (El País, 06/05/2017) agregando que "los sistemas de alerta temprana están funcionando bien" (Caliescribe.com 28/05/2017), como no lo pudieron comprobar en Juanchito y otras partes.

        Fingir o aparentar el “desarrollo” urbano es otra mentira, pues aunque siempre las ciudades han sido lugares para hacer negocios, hoy, y aquí, se han vuelto ellas mismas un negocio. Es el objetivo único de casi todos los políticos,  propietarios del suelo que rodean los cascos urbanos, constructores de vivienda y obras públicas, y transportadores; y, como dice Umberto Galimberti, en Los mitos de nuestro tiempo, 2009, a diferencia de las ideas que pensamos, los mitos al respecto nos gobiernan no con lógica sino con psicología: como eso de que “viva en medio de la naturaleza”.

    Falsificar algo es hablar de las dos casas “coloniales de 1942” que, como proclamaba sin sonrojarse un aviso en la radio, se han unido para un novedoso hotel. Como también el minimalismo (elementos mínimos y básicos, como colores puros, formas geométricas simples, tejidos naturales, lenguaje sencillo, etc.)  de las secciones de propaganda para la venta de casas y apartamentos, disfrazada de información sobre arquitectura, la que como si fuera poco se la confunde con su insulsa “decoración”,  tal como ya se dijo (El País, Gazapos, 05/12/2013). O esa “arquitectura verde” que de verde poco tiene y de arquitectura menos.

   Faltar a lo prometido, quebrantar un pacto es la verdad de las mentiras que van saliendo a la superficies en la realidad del país: la corrupción, la economía, la moral, y la ética, para no hablar del proceso de paz, pues el terrorismo, el secuestro, la vacuna y el narcotráfico, a lo largo de muchos años, es lo que más ha contribuido a que no se haya eliminado la situación socio económica del campo colombiano que supuestamente levantó en armas a las FARC, o al menos contribuyo a ello.

   Escribe Antonio Caballero que Cien años de soledad, 1967, sigue siendo un manual sobre la historia de Colombia, es decir, la realidad de la ficción (Semana 28/05/2017); o sea la verdad de sus “mentiras”, a lo que hay que agregar Cóndores no entierran todos los días, 1971, de Gustavo Álvarez Gardeazábal, para entender la verdad de la llamada “Violencia”. Que este país ha vivido muchas guerras civiles, entre liberales y conservadores, y paralizado por leguleyos y burócratas, historia ignorada en los libros de historia de escuelas y colegios, cuya enseñanza finalmente se eliminó del todo. 

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