Como si no bastara con las “muelas”, las “culatas”, las “pecas” y las
“torres” para dañar y afear las ciudades colombianas, están los lotes, aunque
es preciso agregar que a veces lo que se construye en ellos es peor, justamente
cuando son “torres” que conforman “muelas” dejan “culatas” y a veces sus
fachadas son una colección de “pecas” cuando no una sola que se repite “ad
nauseam”. Y están los lotes
“exprés” producto de la demolición, sin permiso la mayoría de las veces, de
edificios existentes, dejando las calles como una dentadura a la que le faltan
dientes; aunque suele ser peor
reemplazarlos con unos de oro, lo que sí ya no se hace con los dientes, sí con
los edificios “espectáculo”.
Huecos urbanos que los
cerramientos de los lotes poco contribuyen a ocultar, y menos aún con esas
telas verdes, descolgadas, rotas e incompletas, que la norma actual indica, la
que habría que revisar. O están esas mallas eslabonadas coronadas por afiladas
concertinas, que a veces duran años con su aspecto de presidio de
película. Pero por supuesto tampoco es
un cerramiento aceptable un muro sin puertas ni ventanas, que para lo único que
sirve, al no tener animación urbana alguna, es para aumentar la inseguridad de
la calle y servir para pintar “pecas” en ellos que a los dueños de esos lotes
poco les importa pero que deberían estar obligados a su mantenimiento como
sucede con las fachadas.
También están las fachadas
huecas que dejan las demoliciones de contrabando con las que pretenden
ocultarlas, lo que al parecer no ven alcaldes ni concejales ni funcionarios,
pues poco caminan por las calles de la ciudad que pretenden orientar. Sin duda
serían preferibles si las nuevas construcciones las conservaran parcialmente,
contribuyendo así, por lo menos, a la conservación de la fachada urbana de la
calle respectiva, y con ella a su imagen, que es con la que se identifican sus
vecinos facilitando su convivencia allí. Lamentablemente en esta ciudad son
pocos los que tratan de entender lo que significa históricamente el origen
común de ciudad, civismo y política.
Los “parqueaderos públicos”
improvisados en lotes, si bien contribuyen a despejar las calles, poco a poco
se tragan la ciudad como sucede en Cali especialmente en el Centro en donde se
demuelen casas hasta en su área histórica para, detrás de lo que queda de sus
fachadas amontonar carros. Al punto de que podría llegar un momento en que a
falta de ciudad ya no se necesitaran más parqueaderos quedando los lotes abandonados
como ha sucedido en otras partes. Por lo contrario, si se pudiera contar con un
eficiente sistema integrado de transporte público, los hoy parqueaderos piratas
se convertirían rápidamente en locales comerciales ojala con viviendas arriba.
En Cali algunos interesados
en el comercio de la ciudad, dicen que falta tierra pero nada piensan sobre que
sobran lotes. Desde el del SENA, propiedad del estado, al lado del Centro, o el
enorme lote plano que hoy sólo sirve, una pequeña parte, para los circos y la
“rueda de Chicago” hasta los miles más pequeños que existen por toda la ciudad;
al punto de que hasta en San Antonio los hay algunos desde hace años. Basta con
recorrer a Cali con Google-Earth para comprobarlo. Por supuesto, habría que
pagar por poder tener lotes, y expropiárselos a los que no lo hagan, para que
el Estado construya en la ciudad y no en unas afueras lejanas y sin buen
transporte público.
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