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50 años perdidos. 17.03.2018

           Primero se abandonaron los trenes en el país, precisamente cuando en todo el mundo comenzaba su gran evolución actual, que no termina, y después se desechó el proyecto de un tren ligero para Cali, de Yumbo a Jamundí, sin considerar el hecho de que se utilizó con éxito el tren  existente para mover gente en la ciudad durante los VI Juegos Panamericanos de 1971. Pero como más vale tarde que nunca, bienvenida la intención de dotar a Cali de un tren de cercanías a Yumbo, Jamundí y Palmira, y ojala no pasen otros cincuenta años para que se finalice la obra, si no es que se descarta de nuevo después de varios y costosos estudios, otra vez por presiones equivocadas o cambios de gobierno.

          Este tren de cercanías, o suburbano, es un sistema de transporte de pasajeros de corta distancia (menos de 100 km entre estaciones extremas) que presta servicios entre el centro de una ciudad y las afueras, lo que salvaría al MIO al conformar un sistema multimodal e integrado de transporte público en el área metropolitana (de hecho) de Cali. Así funciona en muchas partes el transporte público, incluyendo buses articulados y convencionales y hasta taxis. Pasando por la ciudad, ese tren-tranvía (tren-tran en español) podría discurrir a velocidades menores, mientras que a Palmira iría más rápido y además podría parar cerca al aeropuerto internacional, desde donde un sistema de buses lo conectaría con él.

          Al mismo tiempo el tren podría, a velocidades mayores, conectar a Cali con las otras ciudades del valle del río Cauca, si se prolongara a Santander de Quilichao y Buga, o incluso hasta Cartago, lo que conseguiría ayudar a disminuir el acelerado crecimiento de Cali al permitir a los habitantes de la región otras alternativas de vivienda, más económica y confortable, en las otras ciudades del Departamento. Y mejor calidad de vida por ser ellas más pequeñas, y de nuevo unidas por el tren con la capital, al poder invertir menos tiempo en el transporte, además en uno más confortable y seguro, que el que ahora gastan desde lejanos suburbios ya sea usando buses o taxis, o en carro privado.

         Por eso es de suma importancia escoger acertadamente el sistema más adecuado y económico, aunque igual deberá ser subsidiado, pensando que un tren tradicional puede transportar con mayor velocidad y seguridad, y con menos gastos energéticos, a más pasajeros que muchos automóviles o varios buses; que discurriría por terrenos de mínimas pendientes y en trazados casi rectos; y que podrá funcionar con combustibles diferentes al petróleo, más limpios, y ojalá derivados de la caña de azúcar ya sea directamente o generando la energía necesaria si es eléctrico, independientemente de si es de vagones acoplados entre sí, remolcados por una locomotora, o autopropulsados.

        Paralela al tren debe ir una autopista urbana, junto al par vial de las calles 25 y 26, ampliando sus andenes y con ciclovía, y un parque lineal con la alameda más larga del mundo a lado y lado del corredor férreo. Y hacer al lado de las principales vías que lo cruzan amplios y vigilados pasos peatonales por debajo para acceder por escalera mecánica a las estaciones del tren apenas un piso arriba y debajo de los puentes vehiculares, junto con locales comerciales, lo mismo que bajo sus rampas; y en los tramos que atraviesan el parque vincularlos al mismo con suaves taludes laterales. Así se unirían peatonalmente y con animación urbana los dos lados de Cali.

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