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Ecología. 01.04.2017


De eco ('casa', 'morada', 'ámbito vital') y logia ('tratado', 'estudio', 'ciencia') la ecología es el estudio de los seres vivos como habitantes de un medio, y de las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio (DEL), y Alexander von Humboldt (Berlín 1769-1859) fue su precursor, lo que deja en claro Andrea Wulf: “en 1800 […] fue el primer científico que habló del nocivo cambio climático provocado por el ser humano.“ (La invención de la naturaleza/ El  Nuevo Mundo de Alexander von Humboldt, 2015, p. 28). Como escribió George Perkins Marsh “había comprendido que el mundo era una relación entre el hombre y la naturaleza” (p. 349).

En 1825 Simón Bolívar, basado en las ideas de Humboldt, ordeno al Gobierno de Bolivia plantar un millón de árboles, en lo que a juicio de Andrea Wulf fue un decreto visionario (p. 361), pero casi un siglo después en Colombia se está pensando en dejar construir hoteles dentro de los parques naturales, lo que, como lo señala Julio Carrizosa Umaña, sería “un instrumento de deterioro ecológico y  segregación social en lugar de un escenario de integración nacional [y] significa  facilitar la privatización de las áreas más atractivas para el turismo en los parques más bellos del país [mientras en otras partes] se están cerrando los pocos que fueron autorizados”  (El Espectador, 09/03/2017). 

Equivocación similar a la de urbanizar “potreros” en Bogotá o permitir invadir las laderas de sus altos Cerros Orientales, o cubrir cada vez más la bella sabana que rodea la ciudad con invernaderos de plástico para proteger flores que se exportan para que otros las disfruten (como igual con la coca). O en Cali la invasión y deforestación de las cuencas de los varios ríos y quebradas que atraviesan la ciudad, o permitir “coronar” con feas antenas sus dos cerros tutelares, o el aburridor monocultivo de caña de azúcar en el valle del río Cauca que arrasa guaduales, montes, animales  silvestres y pájaros, y el que ya se está trepando a sus laderas.

E igual de antiecológico es permitir que los feos carros invadan un bonito barrio tradicional de reducidas calles y muy estrechos andenes como lo es San Antonio, pues alteran un paisaje urbano que culmina en el muy bello de su Colina y atrás la empinada Cordillera Occidental, como era lo usual en las ciudades tradicionales del país, rodeadas de campos y naturaleza, y como lo son aún muchos pueblos y pequeñas ciudades. Y de allí la urgencia, pues ahora o nunca, de un ancho cinturón verde para Cali que, incluyendo el rio Cauca, la separe de los municipios vecinos en lugar de conurbarse con ellos siguiendo el desastroso ejemplo de Bogotá.

          Igual que Humboldt y Bolívar hace ya dos siglos, es preciso entender la relación entre los seres humanos y la naturaleza y no esperar a que el trastorno climático la haga evidente cuando ya sea demasiado tarde. El hecho es que la naturaleza puede prescindir de la especie mas no lo contrario y la pregunta sería por qué no se lo ve si la respuesta no fuera tan obvia: a los colombianos se les ha enseñado a creer en lo que no ven no en lo que ven…como que la sobrepoblación ha alterado las relaciones que mantienen entre sí y con el propio medio, o que cada hijo trae su pan debajo del brazo, expresión al parecer generada durante la revolución industrial del siglo XVIII, pues los niños estaban muy cotizados ya que se podían meter por estrechos huecos para arreglar máquinas.

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