Como bien lo señala Yuval Noah Harari en la introducción a su libro de este año: “En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. En teoría, cualquiera puede intervenir en el debate acerca del futuro de la humanidad, pero es muy difícil mantener una visión clara”. A continuación, 21 opiniones, que no lecciones, para Cali en el siglo XXI, de las que ya se ha escrito desde hace cerca de 21 años en El País y en Caliescribe.com, buscando no poder si no claridad, mediante una información relevante que permita un debate serio sobre el futuro de una ciudad que hace tantos años se salió de curso.
Definir el área metropolitana, pues ahora está asentada en cinco municipios de dos departamentos.
Establecer un nuevo eje urbano y vial a lo largo del par vial de la 25/26 con el tren de cercanías al centro.
Hacer todo el nuevo equipamiento urbano (educación, salud, recreación y comercio) a su largo.
Crear centralidades peatonales en los principales cruces viales con dicho eje, iniciando por el de la Cr.1ª.
Recuperar la Plaza y con parqueadero bajo las calles, y unirle a San Antonio enterrando la Quinta.
Permitir solo los usos del suelo que no interfieran de ninguna manera con el vecindario ya establecido.
Ajustar las alturas y aislamientos a partir de los existentes en los predios inmediatos y vecinos.
Prohibir las demoliciones y estimular el re uso de lo ya construido, eliminando su obsolescencia inducida.
Silenciar el ruido ajeno las 24 horas del día en todas partes y en todo el año. ¿Escucharon bien?
Ampliar, allanar y unificar y arborizar todos los andenes existentes y construir los muchos que faltan.
Exigir extensiones del tren de cercanías a Palmira, Buenaventura, Pereira y Santander de Quilichao.
Hacer ciclovías a nivel de los andenes en el nuevo eje vial y en todas las grandes avenidas que lo cruzan.
Reservar los carriles derechos de las calzadas de las otras avenidas para bicicletas, motos y paradas.
Rehacer técnicamente toda la señalización y demarcación de las vías de la ciudad y completarla bien.
Poner más semáforos “inteligentes” y hacer menos equivocados puentes, vehiculares y peatonales.
Liberar el piedemonte de la cordillera de nuevas construcciones y reducir la altura de las actuales.
Hacer una barrera verde al lado del jarillón usando composta a base de las basuras orgánicas.
Construir reservorios-parque-acueducto en todos los ríos que bajan de la cordillera hacia el río Cauca.
Arborizar los cerros con especies locales e impedir su invasión, las canteras y toda la minería.
Convertir la Base Aérea en un gran parque con lago, dejando la escuela mas no los aviones de combate.
Hasta aquí todo muy bonito pero ¿de la seguridad que? se preguntarán finalmente muchos.
Sumar a todo lo anterior, que generaría una mejor conducta cívica, más policía y vigilancia más efectiva.
Ya dijo Lewis Mumford hace décadas, y quien escribe lo repite como un mantra, que hay que entender las ciudades como el escenario de la cultura, y que su progreso depende de que atraigan personas inteligentes y permitir que colaboren entre si al encontrarse en calles, plazas y parques, mercados, cafés, restaurantes, bibliotecas, museos y centros culturales, como pide el economista Edward Glaeser ahora. Por eso no basta que el próximo alcalde sea inteligente y es forzoso que sea culto, que sepa algo de casi todo, y contar con unos Concejales ídem; de lo contrario no pasa de ser más corrupción de cuello blanco.
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