La
euritmia es la buena disposición y correspondencia de las partes de una obra de
arte. Y en la arquitectura depende de la proporción, que es la disposición,
conformidad o correspondencia debida de las partes con el todo o entre sí. Es
decir, la mayor o menor dimensión de una parte de un edificio con respecto a
otra. Y escala es la sucesión ordenada de los distintas partes, como por
ejemplo en la escalinata y la imponente fachada de la iglesia nueva de San
Francisco, en Cali, terminada a principios del siglo XIX, cosa que no parecen
entender los que diseñan, copiando tontamente a Calatrava, esos nuevos puentes
peatonales de la ciudad llenos de elementos pretenciosos que no necesitan.
En los edificios la percepción de las
proporciones resulta de su impresión material en nuestros sentidos, al mismo
tiempo física, estética y sicológica, y
en consecuencia hay que evitar que sea contradictoria, en lo que precisamente
consiste la buena arquitectura. Las escaleras, por ejemplo, tienen que ser
funcionales y confortables pero también bellas, y enaltecer el espíritu cuando
además son para mirar y ser mirado, como la de la entrada al edificio de la
FES, de 1987, de Rogelio Salmona, Pedro Mejia, Jaime Vélez y Raúl Ortiz, hoy
Centro Cultural de Cali, en la esquina del Teatro municipal, lo que seguramente
no valoran los que quisieron venderlo.
La
percepción física
en arquitectura tiene que ver, entonces, con la antropometría, es decir con las
proporciones y medidas del cuerpo humano y los muebles y recintos que usamos (Panero y
Zelnik, 1979), como con la proxémica, uso del espacio (Hall, 1959). Aun cuando con frecuencia
en ellos se da más importancia a la estética que a la comodidad, e incluso que
a la seguridad, lo ético es resolver la contradicción y, paradójicamente, el
resultado puede ser incluso más estético. Precisamente es lo que se logra con
una buena escalera de evacuación, cuya forma más eficiente y segura es la
helicoidal, y encerrada en hormigón para que no entre el humo y no sea afectada
por el calor, cuyo resultado formal es un alto y bello cilindro, en el que la construcción, materiales y sistemas (Allen, 1982), juegan un importante papel.
Por
su parte, la percepción estética de los edificios tiene que ver con la Gestalt, formas, texturas y
colores (Bill, 2009), y es relativa a la
apreciación de su belleza, y esta depende de la armonía de su aspecto y proporción, de tal manera que su
apariencia sea agradable y significativa. Estética que deriva del conjunto de
los elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a una determinada
arquitectura. Como por ejemplo la moderna, con su conclusión de que “menos es más”,
atribuida a Luwig Mies van der Rohe, como también que la “forma sigue a la función”, propósito planteado por Louis Sullivan. Tal como sucede con la ética
profesional y la estética moderna del cilindro mencionado arriba.
Finalmente,
la percepción psicológica,
a partir de la homeostasis, cuerpo y medio ambiente (Serra, 1995), atañe al espíritu y a los procesos mentales de las
personas y su conducta, a su manera de sentir, y juntos son los carácteres
espirituales de una colectividad. Por eso debemos buscar un acuerdo entre
climas, paisajes y tradiciones, como proponía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955), integrando la muy antigua herencia de nuestra
arquitectura colonial con la muy nueva de nuestra reciente arquitectura
moderna, especialmente en lo que tiene que ver con la climatización,
pasiva y activa (Behling, 1996),
la acústica,
sonidos y ruidos (Arau,
1999). Como en la escalera del BCH, diseñado por Samuel García
y Pablo Marulanda
en 1960, la más bella y desconocida de Cali, pese a la degradación que le ha
hecho la DIAN.
Y la percepción ambiental, que
hace que la gente use o no use un espacio público por muy 'diseñado' que sea...
y sentirlo 'amigable' con el espacio urbano... de que habla Silvia de Schiller.
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