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Saber ver. 31.01.2015


La euritmia es la buena disposición y correspondencia de las partes de una obra de arte. Y en la arquitectura depende de la proporción, que es la disposición, conformidad o correspondencia debida de las partes con el todo o entre sí. Es decir, la mayor o menor dimensión de una parte de un edificio con respecto a otra. Y escala es la sucesión ordenada de los distintas partes, como por ejemplo en la escalinata y la imponente fachada de la iglesia nueva de San Francisco, en Cali, terminada a principios del siglo XIX, cosa que no parecen entender los que diseñan, copiando tontamente a Calatrava, esos nuevos puentes peatonales de la ciudad llenos de elementos pretenciosos que no necesitan.
                                                                                                                                                                             En los edificios la percepción de las proporciones resulta de su impresión material en nuestros sentidos, al mismo tiempo física, estética y sicológica,  y en consecuencia hay que evitar que sea contradictoria, en lo que precisamente consiste la buena arquitectura. Las escaleras, por ejemplo, tienen que ser funcionales y confortables pero también bellas, y enaltecer el espíritu cuando además son para mirar y ser mirado, como la de la entrada al edificio de la FES, de 1987, de Rogelio Salmona, Pedro Mejia, Jaime Vélez y Raúl Ortiz, hoy Centro Cultural de Cali, en la esquina del Teatro municipal, lo que seguramente no valoran los que quisieron venderlo.
                                                                                                                                                                               La percepción física en arquitectura tiene que ver, entonces, con la antropometría, es decir con las proporciones y medidas del cuerpo humano y los muebles y recintos que usamos (Panero y Zelnik, 1979), como con la proxémica, uso del espacio (Hall, 1959). Aun cuando con frecuencia en ellos se da más importancia a la estética que a la comodidad, e incluso que a la seguridad, lo ético es resolver la contradicción y, paradójicamente, el resultado puede ser incluso más estético. Precisamente es lo que se logra con una buena escalera de evacuación, cuya forma más eficiente y segura es la helicoidal, y encerrada en hormigón para que no entre el humo y no sea afectada por el calor, cuyo resultado formal es un alto y bello cilindro, en el que la construcción, materiales y sistemas (Allen, 1982), juegan un importante papel.
                                                                                                                                                                             Por su parte, la percepción estética de los edificios tiene que ver con la Gestalt, formas, texturas  y  colores (Bill,  2009), y es relativa a la apreciación de su belleza, y esta depende de la armonía de su  aspecto y proporción, de tal manera que su apariencia sea agradable y significativa. Estética que deriva del conjunto de los elementos estilísticos y temáticos que caracterizan a una determinada arquitectura. Como por ejemplo la moderna, con su conclusión de que “menos es más”, atribuida a Luwig Mies van der Rohe, como también que la  “forma sigue a la función”,  propósito planteado por  Louis Sullivan. Tal como sucede con la ética profesional y la estética moderna del cilindro mencionado arriba.
                                                                                                                                                                            Finalmente, la percepción psicológica, a partir de la homeostasis, cuerpo y medio ambiente (Serra, 1995), atañe al espíritu y a los procesos mentales de las personas y su conducta, a su manera de sentir, y juntos son los carácteres espirituales de una colectividad. Por eso debemos buscar un acuerdo entre climas, paisajes y tradiciones, como proponía Le Corbusier (Boesiger, Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955), integrando la muy antigua herencia de nuestra arquitectura colonial con la muy nueva de nuestra reciente arquitectura moderna, especialmente en lo que tiene que ver con la climatización, pasiva y activa (Behling, 1996), la acústica, sonidos y ruidos (Arau, 1999). Como en la escalera del BCH, diseñado por Samuel García y Pablo Marulanda en 1960, la más bella y desconocida de Cali, pese a la degradación que le ha hecho la DIAN.

     Y la percepción ambiental, que hace que la gente use o no use un espacio público por muy 'diseñado' que sea... y sentirlo 'amigable' con el espacio urbano... de que habla Silvia de Schiller.

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