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Arquitectura responsable. 17.01.2015


       El cambio climático, la sobrepoblación y la urbanización del mundo son asuntos que deben determinar la arquitectura en las próximas décadas. Las pruebas científicas del cambio climático son hoy “apabullantes” como dice el Informe Stern, 2005 (p.21); en las próximas décadas habrá entre 2.000 y 3.000 millones de habitantes más, la mayoría en países en desarrollo (p.99); y la urbanización está estrechamente ligada al crecimiento económico además del poblacional (p.101).

      Es necesario proyectar edificios que consuman menos energía y agua, que sean de espacios modulares y genéricos que se puedan acondicionar, readaptar y remodelar, como sí pasa con la arquitectura de tradición colonial, a base de tipos arquitectónicos con los que se conforman espacios urbanos, pero es imposible con la arquitectura espectáculo actual, ya muy cuestionada en el mundo pero en la que insisten en Colombia algunos sin imaginación pero presumiéndola pues se venden como artistas “innovadores” a un público ignorante.

        Pero todo esto lo ignoran los jurados de concursos y bienales. Por ejemplo, contra toda evidencia el de la reciente XXIV Bienal Colombiana de Arquitectura afirma que “en los últimos años ha aprendido a mirar con respeto lo propio” y premia proyectos que lo aparentan en su simpleza que no sencillez. Por lo demás, lo propio en este país es más profundo y plural: la costa caribe, la olvidada costa pacífica, los tan diferentes valles interandinos, la altillanura y la selva amazónica, regiones que desde luego difícilmente todos podían conocer debidamente.

       El caso es que según cada geografía e historia habría que tener presente la recomendación de Le Corbusier de buscar el acuerdo entre clima, paisaje y tradición, del que habló con motivo de su proyecto para una casa en el norte de África (Willy Boesiger: Le Corbusier, Oeuvre complete 1938-46, 1955), y por supuesto en estos países andinos y de climas tropicales hay que agregar su muy imponente relieve de valles entre montañas, el que sorprendentemente poco se considera, como si no se viera siquiera; no es sino mirar los planos y fotografías que se presentan a concursos y bienales eliminando los entornos de los edificios. 
                              
      No deja de tener razón Frank Gehry (estaba bravo explicó) cuando dijo recientemente que el 98% de la arquitectura moderna es "pura mierda". Y la verdad es que eso sucede con la que se pretendió hacer igual en todas partes. Casas o edificios de apartamentos repetidos ad nauseam, o llamativos y escultóricos cascarones, si acaso sólo ícono para museos y similares, que no se pueden intervenir sin que desparezca su arquitectura. Todo lo contrario de cualquier claustro colonial, los que salen airosos hasta de las más torpes intervenciones.

    En razón de todo lo anterior, la Sociedad Colombiana de Arquitectos y sus Bienales, deberían reformularse de nuevo, de acuerdo con las nuevas circunstancias que debe afrontar la profesión, buscando divulgar ejemplos pertinentes para cada región, ya probados por suficientes años y no que se comiencen a desbaratar al poco tiempo. Y por supuesto lo mismo habría que hacer con los programas de arquitectura, comenzando por reducir su absurdo número actual, los que deberían ser más técnicos y no solo “artísticos”, y de posgrado.

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