En Colombia, un país tan marcado por su geografía, es importante
estudiar su quebrado relieve, sus climas tropicales y sus diversos paisajes, en
los que se encuentran sus ciudades. Sus tres grandes cordilleras y sus dos
largos ríos dividen la mitad occidental, vulnerable a los sismos, en la que hoy
habita la mayor parte de su gente, y por lo tanto se trata de geografías
regionales que indican como mejorar sus viviendas.
Pero igualmente el país se encuentra escindido por su historia, la que
la mayoría de los colombianos hoy desconocen pues irresponsablemente se eliminó
de escuelas y colegios en lugar de re orientarla hacia sus aspectos culturales,
sociales y económicos y no apenas políticos, y por supuesto son historias
igualmente regionales,
básicas para entender sus ciudades y viviendas actuales, como las del valle del
río Cauca.
La cocina, por ejemplo, del latín coquīna,
de coquĕre 'cocer', generadora hace milenios de la vivienda, pues era
tanto para cocinar como para calentarse, en el trópico caliente y templado por
lo contrario se la separa de las casas para no calentarlas, en un rancho en las
haciendas y en el solar en los pueblos, y porque los que cocinan son esclavos. Pero después, con la complejidad de la preparación de
nuevos alimentos y las domésticas, surge la necesidad de un espacio propio en la
casa misma, con estufa y nevera.
Y el
comedor, del latín comedere, no tan
antiguo como la cocina, ya es el recinto para
comer y hablar, y antes un espacio formal en el que se reunía la familia o se
usaba para almuerzos y cenas especiales, y que ahora está cerca de la cocina y
sus ruidos, olores y cuchicheos, separado apenas por una puerta de vaivén. O,
recientemente, es una ampliación ¿democrática? de la cocina, como se “estila” cada vez más.
El cuarto, del latín quartus, es
el recinto para dormir. En la arquitectura hispanomusulmana que llega
con los conquistadores al Nuevo Mundo, a inicios del siglo XVI, era, en las
casas de una planta de las gentes modestas, pequeño, sin armarios, poco mobiliario
y colchones que se recogían por el día. Solo en las de las familias más
adineradas, las habitaciones estaban significativamente en un piso superior y
amobladas.
El baño, del latín balneum, viene de las termas romanas que heredaron los musulmanes.
En Al-Ándalus del siglo XI las ciudades contaban con baños públicos, llamados "hammám", tan elaborados como los de los palacios reales.
Pero desde inicios del siglo XVI, en las partes calientes del Nuevo Mundo, el
baño de rio, una costumbre indígena, es el rey de los baños públicos hasta el
siglo XXI, por encima de las piscinas importadas de USA, de donde además llegan
duchas, inodoros y bidets.
La sala, palabra que puede proceder del portugués con el sentido de lugar para el relax o diversas
actividades, o del sánscrito "shala"
que significa escuela, genéricamente es el recinto principal de los edificios. Y en las casas de
antes es el espacio formal en donde se recibía a las visitas, diferente a la
sala comedor unidos de los apartamentos actuales.
En palacios, hoteles y edificios
públicos, ya agrandada a salón, es un recinto para reuniones y otros
acontecimientos. Salón de actos, de sesiones, de conferencias, de baile; en
fin, salón de clases, como igual se denomina el grupo de estudiantes que las
toman sin saber su historia ni percatarse de su geografía, tan importantes en
barrios como San Antonio, ciudades como Cali y regiones como el valle del río
Cauca.
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