La Compañía Nacional de Tabaco había decidido construir su sede en
Cali ya
que el valle del río Cauca
estaba entre los mayores productores en el país, y para festejar en 1936 el IV
Centenario de la ciudad, cediendo
además parte de su terreno para la Avenida Colombia.
Inicialmente llamado El Puente, se conocería como edificio Pielroja
por el enorme aviso de neón a colores que tuvo encima de su torreón central,
que anunciaba esa popular marca de cigarrillos.
Está sobre la Calle 12, antes la más importante de la ciudad, que
conectaba el barrio Granada con la galería de El Calvario a través del Puente
Ortiz. Con el
demolido Hotel Alférez Real, la Ermita y el Teatro Jorge Isaacs, constituyó la
imagen clásica de esa entrada al Centro. En 1959 fue
declarado Monumento Nacional y, en
buen estado, es hoy un Bien de Interés Cultural, BIC,
y parte del Centro Histórico de Cali, por lo que su adecuación debe ser
autorizada por el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural previo concepto del
Departamental.
Su diseño es del ingeniero Guillermo Garrido Tovar, nacido en
Santander de Quilichao, quien
después de estudiar en Estados Unidos llegó a trabajar a Cali, y fue uno de sus
primeros encargos, del que dijo que “corresponde al estilo español, con líneas renacimiento e
influencia de línea sevillana”, dando gran
importancia a la ornamentación “de evocación plateresca” de fachadas
y primer piso (Francisco Ramírez: Arquitecturas
Neocoloniales: Cali 1920-1950, 2000).
Es semejante al Pabellón de Colombia en la Feria Iberoamericana de Sevilla de 1929, del arquitecto español José Granados de la Vega (1898-¿?) con ornamentación
del escultor colombiano Rómulo Rozo (1899-1964), que se puede ver en el libro de Amparo
Graciani, que dio inicio a la que sería conocida en
el país como arquitectura neocolonial, al mismo tiempo que se inauguraba el Pabellón
de Alemania en la Exposición Internacional Barcelona, de Ludwig Mies
van der Rohe (1886–1969), una de las obras más influyentes de la arquitectura
moderna.
Como dice Ramírez, sin mayores restricciones presupuestales pues la Compañía buscaba
un gran edificio para la ocasión,
se logró el más vistoso de
los pocos que se hicieron en Colombia con esa expresión plástica. Entre ellos
el Palacio Nacional en Cartagena o el de Popayán, pues otra cosa son las
construcciones español californiano posteriores que abundaron en Cali y
Barranquilla.
La construcción empezó en 1934 y, con ascensor, estructura de
hormigón reforzado y tabiques de ladrillo aligerado, mostraba los últimos
avances técnico-constructivos. Inicialmente fue de tres pisos pero en 1950 se
agregó otro, que mantuvo la misma ornamentación y remate superior con
elaboradas tracerías, modificando muy poco la composición general, como se
puede comprobar con sus viejas fotografías.
Actualmente, con la Calle 12 hace años peatonalizada, quedó frente
al Parque de los Poetas y al lado del llamado Boulevard del Río, al que se le
eliminó totalmente el tránsito de vehículos, cuyo paso da animación y
seguridad, pues otra cosa es que se disponga de amplios andenes.
Donado a Cali, ojala su uso sea para la cultura y no corra con la
misma suerte del Palacio Nacional, abandonado por años por el Municipio hasta
que lo regresó al Ministerio de Justicia. Y la razón puede ser la misma: no
cuentan con un estacionamiento cercano, ni cómo llegar en carro a su entrada, y
aquí aun muchos creen que el patrimonio construido es un “encarte” y por algo
salieron de ellos.
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