Considerando que para mejorar la calidad de vida en Cali es tan importante un buen Concejo como un buen Alcalde, o incluso más, bien vale
la pena proponer algunos consejos a los electores, pues desde luego lo que es
incontrovertible es que se requiere transformar diametralmente la orientación
de la ciudad.
El
primero es que es preciso encontrar candidatos comprometidos con sus electores
y no vergonzosamente con “inversionistas” en el negocio electoral, y que hayan
demostrado su interés por los asuntos urbanos y su estrecha pero ignorada relación
con lo social y económico, pues la ciudad es tanto el artefacto como sus
ciudadanos.
Apoyar nuevos candidatos que se
pronuncien y comprometan con temas como el del área metropolitana de Cali y su
región de ciudades, sin las cuales no es posible un POT serio.
Es
decir, uno que se ocupe de la movilización de los ciudadanos y sus bienes
utilizando el corredor férreo para la columna vertebral del transporte público
y privado, a partir del cual se genere un verdadero plan vial que incluya los
andenes, hoy por hoy la vergüenza de la ciudad, como también de los usos del
suelo, toda otra vergüenza, y que incluya la re densificación de la ciudad, sin
vergonzosos abusos en altura, y un cinturón verde que impida que se extienda
vergonzosamente más.
Pero igualmente buscar
candidatos que entiendan de verdad la necesidad urgente, ante la amenaza del
cambio climático y la sobrepoblación, de proteger el patrimonio natural de la
región, cuál es su relieve, clima, fauna, vegetación, paisaje y riqueza de agua
dulce, pues sin esta no hay acueducto ni reservorios que valgan, como de la
disposición de las basuras, hoy todo un nuevo y vergonzoso negociado (http://www.semana.com/opinion/articulo/los-nuevos-empresarios-basura/104730-3), que vergonzosamente
además contaminan y afean a la ciudad.
Como también que se comprometan con preservar las verdaderas tradiciones
locales y el patrimonio construido, cuya sistemática demolición es otra gran
vergüenza de Cali.
Y, finalmente, que
entiendan la urgencia de acometer la educación cívica y social de los caleños
para convertirlos en ciudadanos que conciban su derecho a elegir como un deber
con su ciudad, educación esta, no convencional, la que es otra vergüenza, que
por supuesto redunda en su seguridad, salud, vivienda y trabajo. En su calidad
de vida, que es lo que todos los que llegan a Cali están buscando de una u otra
manera, pero infortunadamente su benévolo clima y su bello paisaje, que
igualmente hay que enseñar a disfrutar, no basta: se precisa además una ciudad
segura, funcional, confortable, agradable y estimulante intelectualmente.
Pero
sobre todo hay que evitar que Concejales y Alcaldes sean elegidos por esa
mayoría que se abstiene (históricamente más de la mitad de los electores
potenciales) argumentando vergonzosamente que no hay por quien votar, pues en
este caso lo responsable con la ciudad y sus ciudadanos es votar en blanco.
Como se ha reiterado en esta columna,
el voto en blanco es una forma de participación electoral
tan válida constitucionalmente como el apoyo a un partido reconocido
cualquiera. Es como si fuese por un partido
más, esta vez por los que buscan en Cali: ciudad y ciudadanos, recoger a todos
los opositores a que sigamos eligiendo “a los menos malos”; que vergüenza.
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