Promediando
las encuestas de Ipsos y Cifras y conceptos (Semana 09/08/2015) se puede
deducir que la intención de voto indica que en Bogotá el voto en blanco va de
cuarto con el 13% detrás de Peñaloza, 24%, Pardo, 19%, y López, 17%. En
Medellín va de segundo con el 16%, detrás de Salazar, 17%, seguido por
Gutiérrez, 12%. En Cali va de tercero con el 14%, detrás de Garzón, 25%, y
Ortiz, 21%, y por delante de Armitage, 13%. Aunque en Bucaramanga va de
primero, con el 31%, seguido por Hernández apenas con el 9%, es improbable que ahora gane el voto en
blanco también en las otras grandes ciudades como ya sucedió en Bello hace
cuatro años.
En
Barranquilla el 67% votará por Char, pero en el país crece el descontento por
la corrupción de su política: candidatos que compran encuestas y votos,
electores que los venden, y empresarios que financian campañas a cambio de
contratos. El voto en blanco es la alternativa para esa mayoría, más de la
mitad, que se abstiene de votar alegando con razón, casi siempre, que no hay
por quien. Es sumar el descontento y hacerlo sentir; y si hay un candidato muy
bueno más sin posibilidades lo mejor que puede hacer es sumarse al blanco,
justo lo contrario de lo que recomienda Camilo Acosta: “Si no le gusta nada, en últimas láncese
usted” (Las 2 Orillas, 08/03/ 2014), lo que no pasa de ser una “boutade”.
Ojalá
todos los electores en potencia entiendan que es mejor perder votando en blanco
que perder votando por el menos malo, o que abstenerse y quedarse en la casa
viendo por la televisión como ganan los no preparados para el cargo, como
sucede casi siempre con los alcaldes, como Petro, por ejemplo. Rara vez tienen
estudios de urbanismo o arquitectura o experiencia en ciudades, al contrario de
Peñaloza, que ojala ahora si gane de nuevo, porque una ciudad no solo es lo que
sucede en ella sino el artefacto urbano arquitectónico mismo, en el que pasa
todo lo que pasa en ellas, incluyendo la política generando un círculo vicioso;
por ejemplo Bogotá o Cali.
Al
menos que demuestren un mínimo conocimiento para que puedan escoger
adecuadamente a un director de la secretaría de planeación respectiva que si lo
tenga. Y eso, pues como es el caso lamentable de Cali, han sido tan
desmanteladas dichas secretarías al punto de que ya no tienen como planificar
nada y menos ejercer un eficiente control sobre unas ciudades en las que no
solamente los pobres recién llegados invaden y construyen ilegalmente, sino
igualmente grandes empresas que levantan altísimos y codiciosos edificios que
no cumplen con las normas establecidas (Willy Drews, Superlativos, Torre
de Babel, 06/07/ 2015) ni respetan
el entorno pre existente.
Como lo señaló Einstein “existe, además, otro derecho humano que pocas
veces se menciona, aunque está destinado a ser muy importante: es el derecho, o
el deber, que posee el ciudadano de no cooperar en actividades que considere
erróneas o dañinas” (citado por José Saramago: Alabardas, 2014, p. 111). Votar en blanco es poner en práctica ese
derecho de objeción y desobediencia civil; y para los abstencionistas es poder
cumplir con su deber ciudadano de votar. Si se suman los abstencionistas al
voto en blanco barrería en Bucaramanga y Medellín y ganaría en Bogotá y Cali.
En Barranquilla al parecer casi todos se sumarán a Char ¿tan bueno será allá el
negocio?
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