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Una mejor gestión pública. 29.05.2011


     Una mejor ciudad requiere una autoridad única para organizar y reglamentar el tráfico y el transporte público y privado. Es decir, una Secretaría de Tráfico y Transporte que trabaje conjuntamente con la Empresa de Servicios Públicos, la Oficina de Catastro y la Secretaría de Planeación, bajo la coordinación de esta última, en lo que tiene que ver con el crecimiento del perímetro urbano, la renovación de sus diferentes zonas, la densificación de la ciudad y su zonificación, el uso del suelo, los impuestos predial y de industria y comercio, y la movilización interna como la de la región inmediata. Es la única manera de planificar una ciudad, a largo plazo y para beneficio de todos, cuyo suelo es una propiedad privada con la cual no solo se negocia sino que se especula, especialmente cuando crece mucho y muy rápido.
                                                                                                                                                                           La Secretaría de Planeación se debe ocupar, también, del diseño de las calles, avenidas, autopistas urbanas y, mediante concursos públicos, de todos los  equipamientos urbanos, plazas, zonas verdes y parques, como ordena le Ley, además de elaborar las normas urbano arquitectónicas para los diferentes edificios que conforman la ciudad. Y por supuesto debe estar dirigida por un urbanista reconocido y contar con una junta directiva de conocedores del tema y la asesoría de las escuelas de arquitectura e ingeniería locales junto con las agremiaciones profesionales pertinentes. Funcionarios y, especialmente, asesores, cuya permanencia en el cargo debería ser lo más larga posible, y en consecuencia no debería depender de los alcaldes, y cuya función sea vigilar que se cumpla el plan de la ciudad, y actualizarlo solo cuando sea necesario.
                                                                                                                                                                           La Secretaría de Gobierno, por su parte, debe garantizar el control cotidiano de la ciudad y que se cumplan unas mínimas normas de comportamiento urbano, obligatorias para todos los ciudadanos y acordadas en el Concejo. Igualmente debe velar por la protección del patrimonio de la ciudad, pero no apenas del que es considerado de interés cultural, sino todo lo construido, puesto que representa una considerable inversión económica, energética y social. También debería ocuparse de la vigilancia de los parques, áreas verdes y reservas naturales vecinas, y por supuesto de las cuencas de los ríos de la ciudad a lo largo de todo su recorrido. Pero igualmente de las explotaciones mineras y agropecuarias inmediatas, como de los perímetros industriales cercanos.
                                                                                                                                                                          Para todo lo anterior se debe contar con una Policía Municipal, debidamente uniformada y equipada, como existe en tantas partes del mundo. No sólo debe vigilar el tráfico y garantizar la seguridad de los ciudadanos en los espacios públicos y el mantenimiento del orden público, sino ver que se respeten las normas urbanísticas y de convivencia ciudadana, y vigilar el cuidado de las vías por parte de la Secretaría de Obras, como que se lleve a cabo oportunamente su limpieza, higiene, salubridad y ornato. Debe estar a las órdenes de las autoridades políticas de la ciudad, dejando que la Policía Nacional y el DAS, con los que por supuesto debe estar debidamente coordinada, se ocupan de los delitos y el crimen organizado. Y las fuerzas militares deberían ser las que se ocupen exclusivamente de la subversión.

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