Una buena
Administración Municipal desde luego debe promocionar el crecimiento y
desarrollo de la base económica de su ciudad. Y tiene que hacerlo de la mano de
las organizaciones empresariales pero no a su servicio, ni demagógicamente con
el prurito de que hay que generar empleo a como de lugar. Lamentablemente construir
puentes en donde no existen ríos ha sido la práctica preferida de nuestros
alcaldes populares para lograrlo. Además lo tienen que hacer de afán e
improvisadamente pues no cuentan sino con cuatro años, y los proyectos anteriores
poco les sirven pues pertenecen a otras clientelas, a otros compromisos
electorales. El resultado es fatal pues ni logran mejorar la economía ni
terminar bien y a tiempo las obras emprendidas, ni hacer las que realmente se
necesitan.
Y desde luego la base económica de
muchas ciudades es la de la región en la que están. Como es claramente el caso
de Cali y demás ciudades del valle geográfico del Río Cauca, y que aquí es de
lejos la industria agropecuaria, la mas desarrollada del país. De manera que se
trata de un asunto prioritariamente departamental y no municipal, como lo es el
tren de cercanías, ese que unía nuestro sistema de ciudades hasta mediados del
siglo XX, y que irresponsablemente dejamos acabar ante la presión de los
sindicatos y los camioneros y la miopía y oportunismo de nuestros políticos.
Por su parte, nuestros municipios deberían ocuparse es de la correcta
localización y operación de las fabricas para que no perturben la vida de los
ciudadanos, como ocurre ahora con tanta frecuencia.
Pero para mejorar la base económica de
una ciudad es necesario primero que los asuntos de gestión administrativa con
el gobierno municipal sean ágiles y sobre todo pertinentes. Que no lleven por
su demora y laxitud a la trampa ni al mercado negro. Pero lamentablemente el
“papeleo” es entre nosotros un asunto cultural: es mas importante que la
realidad. Lo heredamos del Imperio Español al que por la distancia y el tiempo
no le quedaba mas remedio que recurrir a él para gobernar sus enormes y
despobladas provincias de ultramar, en las que la “presencia” del Estado sigue
siendo casi siempre lejana o arbitraria, como lo vivimos desde la Independencia.
Es inaudito, por ejemplo, que la mayoría de los colombianos hayamos sido
obligados a gestionar varios documentos de identidad, al tiempo que los “pases”
con fecha de vencimiento son “indefinidos”.
El cumplimiento de las
normas, permisos y demás es ineludible para que la empresa privada proporcione
mas trabajo en un mercado libre. Con empleos estables, en mejores condiciones y
mejor remunerados, y no uno de libertinaje como el actual, ni haciendo obras públicas
innecesarias, como pasa en Cali. En un mercado vigilado por el Estado se crean
las condiciones para que sea atractivo para las empresas estar cerca a
determinada ciudad y no de otra . Muchas vinieron a Cali por la apertura del
Canal de Panamá y la Salida al Mar, que es como se llama la carretera a Buenaventura,
lo que también dio un impulso definitivo a la cañicultura, pero lamentablemente
el monocultivo nunca ha sido bueno. Sería conveniente diversificarlo para
lograr una buena economía para nuestras ciudades; por ejemplo, vender su clima
y paisajes.
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