Con la terca y equivocada decisión de no dejar algún tránsito por
arriba en la Avenida Colombia, entre la Calle 5º y la 13, los que tengan que entrar
al Centro, viniendo del Oeste, deben desviarse por la 5º, tomar el puente curvo
hacia la Carrera 10, hacer una “oreja” por la Calle 10 y la Carrera 12 (llena
de huecos), para entrar por la 9ª. O bajar por la Calle 5º, hasta Santa Librada, para encontrar un retorno,
devolverse y entrar al Centro por la Carrera 5º. Esta opción sería mucho más
expedita si el retorno se hiciera por debajo del puente curvo de la Carrera 10º.
Probablemente ni siquiera habría que reforzar la losa que ya hay allí sobre la
calzada inferior de dicho intercambiador vial.
Y
en el puente de Santa Rosa sería mucho mejor un cruce con semáforos (como
propone José Abt), que mantener el cruce obligado a la izquierda para tomar la
Avenida Colombia viniendo de la Carretera al Mar. Permitiría, poniendo de dos
sentidos la marginal derecha del río, que los que vienen de Santa Teresita
sigan derecho por la Avenida Colombia, y que los que van a la Circunvalación no
tengan que hacer el desvío actual, y lo mismo los que circulan en sentido
contrario. Juntos tienen igual o más tránsito que los que toman la Avenida
Colombia, y será más rápido y ordenado para todos. Sobre todo para los peatones
que no tienen como pasar sin correr, con el peligro de ser atropellados.
En
Cali, donde no se pueden poner repetidores bajos en los semáforos por el
vandalismo, habría que emplazar estos en la llamada posición atrasada, al otro
lado de la calle, para que sean fácilmente visibles por los automovilistas. Así
funcionan en muchas partes. Y, claro, con tiempo para los peatones, del que hoy
carecen todos en la ciudad, teniendo estos que cruzar junto con los carros, con
el agravante de que cuando viran a la derecha aquí los peatones tienen que
parar o correr. Y cuando hay pasos pompeyanos, como en la Calle 5º, no están en el eje de circulación de los
andenes, quedando los carros con prioridad sobre el cruce de los peatones, que
por supuesto siguen derecho.
Y
en San Antonio, sin duda un conjunto urbano de interés cultural de Cali, que
acabó con los demás, habría que ampliar los andenes para que los peatones no
tengan que caminar por las calzadas, reduciéndolas a un carril, e impidiendo
así que se estacionen carros a su largo, bloqueando garajes y afeando el
barrio. Ya hay estacionamientos públicos, y para incentivar que se hagan más,
en lotes en su periferia, se podría rebajar su predial. Desde luego habría
algunas excepciones, como las calles que tienen transito intersectorial, pero
que a la larga hay que pasar a las vías arterias. O como algunos recodos más
amplios, ya usados para estacionar, que solo habría que ordenar y arborizar.
Pero
nada de esto se ve
como modernidad, progreso o desarrollo. Se prefiere lo espectacular, como los
escenarios de los “Word” Games, como los llamaron con involuntaria picardía
en las medallas, asignados a dedo y obviando los entes de control. Y los
“políticos” necesitan “megaobras” para “pagar” sus costosas campañas a los
grandes contratistas, que no ganarían lo mismo haciendo andenes. Sin embargo,
dar prioridad a los peatones es lo más moderno que hay; las bicicletas y el
transporte masivo significan progreso y no los carros; y en las ciudades hay
desarrollo cuando permiten el encuentro físico de la gente, según el economista
Edward Glaeser (El triunfo de las
ciudades, 2011).
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