La definición y
cumplimiento estricto de las normar y permisos es ineludible para que la
empresa privada proporcione más y mejor trabajo en un mercado libre, y que no
lo sea apenas temporal. Y mucho menos mayoritariamente informal en un mercado,
no libre sino de libertinaje, como el actual en países caóticos como Colombia,
ni haciendo obras públicas innecesarias o no prioritarias y que nunca se
terminan del todo, como pasa últimamente en Cali. Lo que hay que buscar son empleos
estables, en mejores condiciones y mejor remunerados, en industrias basadas en productos
agropecuarios locales, para exportar bienes elaborados y no apenas materia
prima, trabajos que generaran a su vez más empleos en el sector del comercio y
los servicios de salud, educación, recreación, transporte y demás.
Como dijo Ayn Rand ya hace medio siglo "Cuando Ud. advierta que para producir
necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que
el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes, sino favores; cuando perciba
que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por el
trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino, por el contrario
son ellos los que están protegidos contra usted; cuando Ud. repare que la
corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un autosacrificio,
entonces podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está
condenada." (La rebelión de Atlas, 1950). Elocuentes palabras que
lamentablemente tenemos que repetir aquí y ahora una y otra vez, hasta que nos
demos cuenta y actuemos.
En un mercado libre pero vigilado responsablemente
por el Estado se crean las condiciones para que sea atractivo para las empresas
estar cerca a determinada ciudad y no en otra. Muchas vinieron a Cali a
principios del siglo XX por la apertura del Canal de Panamá y la Salida al Mar,
que es como se llama la carretera a Buenaventura, lo que también dio un impulso
definitivo a la cañicultura, reforzado después cuando se ampliaron las
exportaciones de azúcar gracias al embargo norteamericano a la revolución
cubana desde 1959. Pero lamentablemente el monocultivo nunca ha sido bueno,
independientemente de que y donde, y no apenas por razones económicas sino
ecológicas, y por la tanto prioritarias en vista de un cambio climático cada
vez más evidente y amenazante.
En el valle geográfico del río Cauca,
donde se puede cultivar casi de todo, no sería apenas conveniente diversificar
sus explotaciones agropecuarias, sino que incluso se podría vender su clima y
paisajes. Ya han estado interesados inversionistas internacionales en el campo
del negocio inmobiliario, que ven en ellos una oportunidad, considerando que
cada vez hay más personas de edad en el norte del continente que buscan otras
alternativas de vivienda para su retiro diferentes al Caribe. Y desde luego,
está todo el potencial en este mismo sentido del litoral pacífico, con sus
selvas todavía en parte vírgenes y con una de las más altas biodiversidades en
el mundo, y su mar con sus ballenas y riqueza paisajística, que tenemos que
aprovechar más y mejor para la recreación y el turismo local e internacional.
Para no hablar de su futuro como productor del agua dulce que necesitaran
nuestras ciudades.
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