Esta secretaría debería ser una autoridad única
del tráfico y el transporte colectivo público y privado, para lo cual debe
contar con el personal idóneo, pues la lamentable realidad es que no queda duda
de que nunca lo ha tenido con la experticia adecuada. Más de la mitad de la
señalización y demarcación de las vías de la ciudad es tan antitécnica que los
agentes de tráfico son los primeros en incumplirlas amén de que tampoco saben
manejar, como tampoco lo saben la mayoría de los conductores, o no lo pueden
aplicar pues incluso puede resultar inseguro. Además en la ciudad ni siquiera
se aplican algunas normas nacionales existentes, que por lo demás son adaptaciones
no siempre coherentes de las internacionales. Y el hecho es que no existen en las
universidades del país programas de posgrado de ingeniería y de diseño viales.
Cómo
explicar de otra manera que se mantengan en Cali señales, demarcaciones y
normas que ya no se usan en muchas partes. Como el tener las dos calzadas de
una vía con el mismo sentido de circulación o los cruces a la derecha en rojo,
o que los “amarillos” sean demasiado cortos, o que los semáforos no tengan
tiempo para los peatones ni que estén coordinados electrónicamente, o que no
exista el “ceda el paso” ni se entienda que el “pare” es total, o que no se use
el “prohibido entrar” en lugar de las “flechas” y se desconozca el “prohibido
parar”. O que los carriles no sean continuos, ni se agreguen y desagreguen en
lugar de dividirse o juntarse. O que no haya sitios de espera para los taxis.
Para no mencionar los “policías acostados” y los inútiles puentes peatonales
con que han llenado la ciudad.
Y
por supuesto, debe ser una secretearía que trabaje conjuntamente con las demás
organismos de Municipio, y bajo la coordinación de la Secretaria de Planeación.
No tiene sentido que se hagan vías rápidas para después ponerles reductores de
velocidad, ni que se permita aumentar el parque automotor para después
restringir su uso con medidas como el “pico y placa” que a la larga lo que
hacen es que las familias tengan un tercer carro. Es preciso entender que el
tráfico y el transporte tienen que ver con el crecimiento del perímetro urbano,
la renovación de sus diferentes zonas, la densificación de la ciudad y su
zonificación, el uso del suelo, los impuestos predial y de industria y
comercio, y no apenas con los problemas de la movilización interna existente y
la de la región inmediata.
Es la única manera de planificar el
tráfico y el transporte, a largo plazo y para beneficio de todos, en una ciudad
cuyo suelo es propiedad privada y con el cual no solo se negocia si no que se
especula, especialmente cuando la ciudad crece mucho y muy rápido. Su planificación
vial y de transporte debería ser una consecuencia de un plan integral urbano
arquitectónico de la ciudad, que incluye
por supuesto en primerísimo lugar la movilización de sus habitantes, pero en
Cali parece estar es al servicio de los transportadores privados y los
comerciantes de automóviles. No se entiende que la gran diferencia entre las
ciudades tradicionales y las modernas es precisamente la invasión de aquellas
por los automóviles y sus desmesurados tamaños para transportar a cualquier hora casi siempre apenas una o dos personas.
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