Ver (Del lat. vidēre) es percibir los objetos mediante la
acción de la luz. También es percibirlos con cualquier sentido o con
la inteligencia. Es observar, considerar algo. Reconocerlo con cuidado y
atención, leyéndolo o examinándolo. Ir con cuidado y tiento en lo que se
ejecuta. Experimentar, reconocer, considerar, advertir, reflexionar, juzgar.
Prevenir las cosas del futuro infiriéndolas de lo que sucede en el
presente. Mirar (Del lat. mirāri, admirarse) es dirigir la vista a un
objeto. Revisar, registrar. Tener en cuenta, atender. Pensar,
juzgar. Inquirir, buscar algo, informarse de ello. Y dicho de un
edificio es estar situado enfrente de otro.
Los
caleños por supuesto no son todos ciegos, pero hay muchísimos que no ven, al
punto de que eligieron un alcalde ciego, destituido por no mirar. No miran los
cerros ni la alta cordillera pues no ven su belleza y hablan de un valle que no
se ve sino desde el piedemonte de la cordillera que lo mira. Miran su
vegetación exuberante y bella pero no ven cuando se la tala para construir
edificios que es mejor no mirar, ni ven que el verde es de todos los colores
como dijo Aurelio Arturo. Y los ríos ya no los miran y por lo tanto tampoco ven
por
ellos.
Ven
la conveniencia del túnel de la Avenida Colombia, que no tiene nada que
mirarle, aparte de que no cuenta con su obligatorio arcén ni que las salidas de
emergencias están al otro lado y no tienen señalización, pero no miran bien el
mal llamado bulevar y no ven que hubiera sido mucho mejor conservar algún tránsito
de vehículos, que es lo que le da sentido a un paseo como lo fue la Avenida
Colombia, en donde sí hay mucho que mirar, aparte de las feas chimeneas de
ventilación que hubiera sido preferible no
ver.
Y
acostumbrados a que en esta ciudad todo está sin terminar no han visto que las
losas por donde transita el Mio ya se dañaron (El Tiempo, 25/02/2014) y que
tocó demolerlas para hacerlas de nuevo. Ni han percibido que la velocidad
máxima en el túnel, que es casi recto y sin ciclistas ni peatones, es más baja
que la de su salida pese a que esta es en curva, bifurcada y con ciclistas y
peatones.
Incluso hay quien no ve ¿o será un
esquirol? que el patrimonio a conservar en la Plaza de Toros no es apenas “el
arco de entrada” (la vieja portada de la vieja plaza de toros) sino la plaza
misma, a la que no se le puede construir nada al lado precisamente para que se
la pueda seguir mirando, y tampoco ven el carácter de zona verde y de
protección del río Cañaveralejo, ni el uso institucional de todo el
polígono, ni que es parte de un ejido de la ciudad, que es todo lo que algunos
miembros de la Fundación Plaza de Toros prefieren no ver.
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