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El Concejo Municipal y el voto en blanco. 23.06.2012


Alguien dijo que cómo es eso de que queremos que el Estado dé soluciones a nuestros problemas si el problema es el Estado mismo. En este sentido, cómo podemos pretender que los alcaldes puedan arreglar los muchos problemas de esta ciudad, si el problema es que llevamos décadas eligiendo a los “menos malos”, y que duran apenas cuatro años (los malos no serían reelegidos), periodo que sería suficiente si apenas se tratara de administrarla y no de planificar su acelerado y considerable crecimiento. Además les toca seducir con dadivas y coimas a unos concejales en general desconocedores de las soluciones urbanas y que poco representan a los ciudadanos pues no recogen sus problemas ni inquietudes, ni han sido elegidos para eso por minorías compradas por sus “maquinarias electorales”.

Por eso el Concejo de la ciudad debería estar conformado por líderes elegidos por los diferentes sectores económicos (industriales, comerciantes, consumidores y trabajadores), sociales (vivienda, salud, deportes y recreación) culturales (educación, manifestaciones artísticas y científicas) y técnicos (organizaciones gremiales de urbanistas, arquitectos e ingenieros) de la ciudad, en una suerte de democracia participativa, como por representantes elegidos democráticamente en las diferentes agrupaciones de comunas (Centro, Norte, Sur, Este y Oeste) de la ciudad. Es decir, un Consejo de no más de unas veinte personas, que se cambian cada vez que sus representados lo consideren necesario, en el primer caso, y en elecciones periódicas en el segundo. Y por supuesto, todos con estudios, conocimientos o experiencia comprobados,  y pertenecientes o no a los partidos tradicionales.

Al tiempo habría que retomar la figura de la Junta Directiva de la Secretaría de Planeación, eminentemente técnica y que existió anteriormente y funcionaba eficazmente, con representantes de las escuelas de urbanismo, arquitectura e ingeniería locales, y de las agremiaciones profesionales pertinentes. Junta que debería resolver las excepciones a las normas vigentes, y  avalar en primera instancia las modificaciones al Plan de Desarrollo de la ciudad, las que finalmente deberían ser aprobadas por el Consejo Municipal, lo que sería una de sus tres únicas funciones, pues el diseño urbano, que es como se concreta la planeación física, depende, por supuesto aunque no del todo, de la planeación económica, social y cultural, y solo en últimas debería ser un asunto de mera política.

Por eso la segunda función del Concejo tendría que ser plantearle a dicha Junta, y a través de ella a Planeación, los problemas de los ciudadanos y de los diferentes sectores, económicos, sociales, culturales de la ciudad. Finalmente, la tercera función sería continuar ejerciendo el control del Gobierno Municipal, pero no para su propio beneficio, como ahora, sino para el de la ciudad. Pero como es del todo ingenuo pensar que el Concejo actual se pueda auto reformar, pues no queda otra manera que ejercer el voto en blanco para comenzar a eliminar a los politiqueros de la política vallecaucana. Y nacional, pues una reforma fondo de los Concejos Municipales deberá pasar por el Congreso, y en otras partes se ha reducido a una sola cámara a base de votar en  blanco por los aspirantes a la otra.

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