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Cali + 20. 30.06.2012


Para tratar de conservar algo de lo que aún queda de natural en La Tierra, es preciso que las ciudades sean sostenibles. Que sean más permanentes, compactas y bioclimáticas.

O sea, que conserven el patrimonio construido, se modifiquen apenas lo indispensable y reutilicen todo lo que se pueda. Pero que se re densifiquen para optimizar su movilidad y servicios, subdividiendo las viviendas existentes, ya que las familias son cada vez más pequeñas, que hay cada vez más ayudas tecnológicas y que las ciudades ofrecen más servicios, y también construyendo más pisos sobre los edificios bajos existentes, en lugar de demolerlos, y haciendo los nuevos más altos pero respetando su entorno y el paisaje. Y desde luego, convirtiéndolos todos a sistemas pasivos de climatización y con más iluminación natural, para lo cual además habría que readecuar los horarios de las distintas actividades urbanas, utilizando mejor la luz del día. Finalmente habría que reciclar todos los desechos, basuras y escombros, y limpiar las  aguas contaminadas y jabonosas para guardarlas junto con las de la lluvia.
                                                                                                                                                                      Lo anterior debería de ser la base de cualquier plan de desarrollo serio para cualquier ciudad, y para lograrlo habría que comenzar por volver de interés público todo el suelo urbano, obligando de verdad el cumplimiento de las normas, y adquiriendo toda la tierra de uso agropecuario que las rodea,  o controlando de verdad su posible nuevo uso mediante impuestos adecuados que impidan que su propiedad privada se vuelva un mero negocio especulativo. Como lo es ahora en Cali, por ejemplo, con la consecuencia de que todos sus “planes”, además de que no son integrales, han sido meros “cantos a la bandera”. Y desde luego cualquier plan urbano tiene que tener garantizada su prolongación en el tiempo, para lo cual debe dejar claros y expeditos los procedimientos para las actualizaciones y modificaciones que sean pertinentes, y no como pasa por ejemplo en Cali, en donde desde que existen sus planes urbanos, ninguno de los cuales, además de que no se han cumplido, tampoco se han actualizado si no que se los sustituye por otro de acuerdo con los intereses y presiones del momento.
                                                                                                                                                                      Para que Cali sea más permanente, compacta y bioclimática, es preciso oficializar su área metropolitana, construir sus muchísimos lotes de engorde, expropiándolos, y acabar con la práctica de demoler para construir de nuevo con la manida disculpa de que es más barato, pues en ningún caso significa que sea más económico para la ciudad. Y en casi todas sus construcciones es posible, reforzando su estructura, agregar uno o dos pisos, respetando su entorno desde luego. Simultáneamente habría que subir el costo de la gasolina para los carros particulares y bajarlo para los taxis, buses y camiones, y poner una tarifa diferencial para la energía eléctrica, para que sea más costoso su uso diurno en iluminación y el del aire acondicionado. Para lograr todo lo anterior no bastan los evasivos acuerdos de Rio+ 20, y es preciso cambiar radicalmente el Concejo Municipal,  lo cual sólo es posible mediante el voto en blanco y plebiscitos para reformar el Senado y suprimir el Congreso, como el que ya se avecina para anular la vergonzosa “reforma” a la justicia que aprobaron a pupitrazos.

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