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Clima, ciudad y arquitectura. 10.03.2012


Los gases de efecto invernadero causan el calentamiento global, que ya es una amenaza. Las fábricas, comercios, oficinas y viviendas, consumen mucha energía, la mayoría de ella producida en muchas partes con carbón o petróleo, recursos no renovables, que producen CO2, y que hay que transportar de lejos produciendo más CO2.  Energía que se usa para mover, calentar, enfriar, ventilar, iluminar o circular en edificios que están en ciudades que dependen muchas de ellas de los automóviles que producen más CO2. Además, los edificios mismos almacenan calor y producen basuras y aguas negras. Y cada vez hay más pues cada vez hay más gente.

Pero mientras que mucho se ha avanzado en los países desarrollados en la climatización pasiva de los edificios y en que no contaminen, entre nosotros, y pese a nuestros climas benignos o quizás por eso mismo, poco nos hemos ocupado en disminuir su consumo de energía, o nos limitamos a copiar soluciones para otros climas o apenas sus imágenes. Además, debido a nuestra dependencia cultural, abandonamos  eficientes soluciones de nuestro pasado colonial. Pasamos por alto que nuestros países casi no tienen estaciones y que son de cambios climáticos diarios y que obedecen más a la altura sobre el nivel del mar que a la latitud.

No vemos que en los climas cálidos o templados y con frecuencia húmedos de la mayoría de nuestras ciudades el asunto es sencillamente cómo controlar el sol, la luz, el viento y la lluvia.  Que no basta con orientar bien los edificios o que los cerramientos dejen el calor afuera y el frío adentro, o lo contrario, sino que hay que considerar también que sus cubiertas recogen casi el 50% de la radiación solar y casi el 100% de las lluvias que los afectan.  Y sobre todo que hay que ocuparse de puertas y ventanas, por donde pasa el viento….pero también, polvo, plagas y ladrones y nos espían los vecinos que entre nosotros suelen ser mirones y sobre todo ruidosos.

De ahí la importancia de nuestros antiquísimos patios que dejan afuera vecinos, ladrones, ruidos y hasta el polvo, y ya sabemos que las cubiertas y cerramientos hay que hacerlos claros y con suficiente inercia térmica y acústica, para que sean económicos y más aislantes; es decir con adobes y tejas que por supuesto hay que modernizar. Que, como antes, las ventanas y puertas tienen que estar retrocedidas o con su propio tejadillo y con rejas tupidas o persianas, y que precisan anjeos para impedir las plagas, y que también disminuyen el polvo y opacan miradas, y con varios postigos para regular a voluntad el paso del aire y la luz, y disminuir el ruido.

Debemos hacer edificios adaptables y remodelables, con materiales reciclados y reciclables, con patios en altura o al menos amplios balcones, para nuestros climas, paisajes y circunstancias, y ciudades más densas y menos extendidas. Pero hay que hacerlo junto con ingenieros y diseñadores industriales recuperando para la arquitectura una experticia que hace rato perdió entre nosotros. Todo un reto más emocionante, creativo y original que calcar irresponsable y frívolamente imágenes de las revistas de decoración, que es lo que se está enseñando, haciendo y premiando, y que desde luego nos incumbe a todos los ciudadanos y no apenas a los arquitectos.

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